La escasez de granos que generó la guerra en Ucrania ha instado a muchos países a prohibir la exportación de sus cosechas
Los países de la Unión Europea están, casi sin excepción, intentando aumentar sus cosechas para compensar las importaciones perdidas desde Rusia y Ucrania. Esta política es contraria a la política que adoptó la Unión desde hace décadas.
Lo que está provocando que los precios de los alimentos básicos suban de manera desorbitada no son las interrupciones que provocó la pandemia, dice Alan Beattle en su columna del Financial Times. Lo que está ocurriendo se parece más a la crisis global de alimentos que ocurrió en 2007 y 2008. En aquellos años los países dejaron de exportar para mantener en casa sus cosechas.
Los precios de los alimentos vienen subiendo desde mediados del año pasado como consecuencia del aumento en el costo de la energía. La guerra en Ucrania alteró la producción y las exportaciones de granos de dos de slos más grandes productores del mundo.
El mundo ha tenido 15 años desde la última crisis de alimentos para preparar una respuesta de emergencia y no lo ha hecho muy bien. El servicio de monitoreo Global Trade Alert informa que los frenos a la exportación de alimentos prácticamente se duplican desde mediados de 2021. La paradoja es que a todos los países les conviene que las exportaciones circulen por el mundo, pero nadie quiere ser el único país que exporta.
En los años de la crisis financiera India y otros países entraron en pánico y prohibieron las exportaciones de arroz a pesar de que no había escasez global. Eso resultó en enorme aumentos de precios . Una de las respuestas fue que los gobiernos crearon el Agricultural Market Information System (AMIS) para fomentar la transparencia en la producción. Si bien eso funciona cuando no hay escasez, no garantiza una política de cooperación cuando la hay.
A pesar de todos los debates que se generan en la Organización Mundial del Comercio (OMC) no hay acuerdos obligantes entre los gobiernos para evitar las restricciones a la exportación de alimentos. Según una ley de la OMC la prohibición de exportar es ilegal, pero están las excepciones para restricciones temporales, y por ese hueco se filtran las decisiones.
Los gobiernos pueden intentar estimular la producción en el corto plazo, como lo están haciendo en Irlanda y la Unión Europea. Estados Unidos hará lo propio aunque su trigo es demasiado caro para competir globalmente.
Más útil sería recortar los aranceles para asegurar que el grano llegue junto con ayuda financiera adonde hace falta, a los países en desarrollo.
Fuente: Revista Mercado