Por falta de dólares en el Banco Central la deuda comercial del sector privado acumula pagos pendientes que llegarían hasta US$ 40.000 millones. Es uno de los mayores desafíos que tendrá el nuevo gobierno
Por estos días, si hay un bien escaso en la Argentina, sin dudas, es el dólar billete, apetecido para atesoramiento y cobertura frente a la creciente inflación, pero también necesario para el normal desenvolvimiento de las empresas, para el pago de importaciones de insumos y servicios.
En verdad, el mercado de cambios en Argentina no es único, ya que hay al menos una decena de tipos de cambio diferentes, y tampoco es libre porque hay cepos y restricciones varias para operar con divisas.
Pero como fuere, el acceso al MULC a un dólar hoy de $350 es la panacea para quienes deben pagar importaciones. Sólo basta pensar que el Contado con Liquidación, el dólar legal que usan las empresas, pasó este miércoles la barrera de los $900 por unidad.
Los analistas coinciden en que la deuda comercial acumulada de las empresas supera como piso los 15.000 millones de dólares, pero algunos más osados hablan de casi US$ 25.000 millones y en la Unión Industrial Argentina ya calculan que el número global, contabilizando bienes importados y servicios contratados en el exterior (fletes, seguros, etc) llegará a fin de año a los 40.000 millones de dólares.
Sólo para tener una idea de lo que hablamos, las reservas brutas del Banco Central, sumando títulos de deuda, oro, lo que queda de yuanes chinos, Derechos Especiales de Giro (DEG) –la moneda del FMI- y dólares billete, alcanzaron el pasado 2 de octubre –último dato publicado- los US$ 26.634 millones. Si se cuentan sólo las reservas netas, el dato es negativo en más de US$ 10.000 millones.
Una aprobación, por favor
“Está todo cada vez más trabado, las SIRA (autorizaciones del Sistema de Importaciones de la República Argentina) no salen y el acceso al dólar oficial para pagar importaciones sigue siendo una moneda de cambio”, aseguran desde una empresa líder de consumo masivo. Para acceder se reclama postergar aumentos, estar en Precios Justos, y demás.
Ya desde principios de año el Gobierno dispuso que una vez autorizada una SIRA el pago se haría a 90 días, pero a partir de junio/julio ese plazo se extendió a 180 días, con lo que el pago “le caerá al próximo gobierno”, aseguran en el sector industrial.
Esta demora entre el momento de la autorización del pedido de acceso a los dólares a precio oficial (mayorista) y la autorización para girar ya generó importantes problemas con los proveedores del exterior. En muchos casos la deuda es con las casas matrices vía operaciones intrafirma, pero en muchos otros, se traba la importación de insumos ante la negativa de los proveedores.
“En algunos casos, las multinacionales empezaron a usar dólares que tienen afuera para no frenar el ingreso de insumos y afectar la producción”, confiesan desde una industria de primera línea del rubro alimentario.
Una recorrida por distintas empresas y sectores muestra que la situación es generalizada, pero además se observa mucha cautela para hablar, con el fin de evitar reprimendas oficiales o nuevos obstáculos para importar.
Muchas veces, los reclamos ante la Secretaría de Comercio pueden terminan en una solución intermedia.
– ¿Cuánto necesitás para no parar la planta?, pregunta el funcionario.
– Diez palos.
– Bueno, te doy dos palos y el resto vemos.
Diálogos como éstos son frecuentes hoy, ante la escasez extrema de dólares.
Flujo versus stock
Preocupados por la situación, desde el sector fabril empezaron a preguntar sobre el tema a los diversos espacios políticos que competirán en las elecciones del 22 de octubre.
Ante la magnitud del atraso, algunos economistas buscan diferenciar entre flujo y stock, con la idea de normalizar el acceso a dólares para la deuda comercial futura, pero tratar el stock acumulado de otra manera.
La UIA sostiene que no se puede dividir el flujo del stock, es todo un mismo paquete de deuda asumida con los proveedores externos, y hay que dar una solución integral, argumentan.
“Teníamos SIRAs aprobadas para julio y nos la pasaron para octubre y noviembre”, se quejan desde una empresa nacional que importa insumos para abastecer a la industria de alimentos. Son bienes intermedios que no se fabrican en el país y su ingreso no afecta a ninguna empresa local, pero tampoco entran porque “no hay dólares”.
La fuente aclara que el problema principal es que “comprás los insumos con un tipo de cambio, la mercadería llega pero en el mejor de los casos, si pudiste pagar a los 180 días, el dólar ya tiene otro precio. ¿A cuánto vendés la mercadería? Con lo que ya vendiste perdés plata o al menos dejás de ganar”, confiesa.
Y un dato más. Desde el exterior, en especial desde China, se está empezando a “perder la confianza” en el país, de modo que están exigiendo que los importadores paguen las facturas atrasadas como condición para hacer nuevos embarques. Un problema mayúsculo que tendrá que resolver el Gobierno que asuma el 10 de diciembre.
Carlos Boyadjian (Forbes Argentina)