A los requerimientos que ya existen para las compras de insumos en el exterior, el Gobierno agrega ahora una nueva planilla exigida a las compañías; varias industrias están en situación crítica

El nivel crítico de reservas del Banco Central (BCRA) instauró una nueva práctica casi artesanal para solicitar que el Gobierno autorice importaciones a las empresas. Si bien el Ministerio de Economía presentó al nuevo Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) –que días atrás cumplió cinco semanas de vigencia– como un mecanismo que genera “más previsibilidad”, en la práctica, las empresas están teniendo más problemas para conseguir las autorizaciones necesarias, lo que genera incertidumbre y pone en alerta las cadenas de producción, según sostienen.

“Es un favor que te pedimos”, le rogó el secretario de la Unión Industrial Argentina (UIA) Miguel Ángel Rodríguez, director de Operaciones de Sinteplast, al ministro de Economía, Sergio Massa, en la conferencia industrial de la semana pasada, cuando le explicó que hay empresas que están llegando a una situación crítica de los stocks.

En esa ocasión, Massa anunció que sumaría al director ejecutivo de la UIA, Diego Coatz, a la mesa de toma de decisiones que integran funcionarios de la Aduana, la Secretaría de Comercio y el Banco Central para aceitar más los pedidos de importaciones que son críticos.

El reclamo para avanzar con las aprobaciones es “piramidal”, como lo describió un empresario. Cada compañía debe completar un formulario descriptivo en Excel, donde explica qué importancia tiene en la cadena de valor el producto que se quiere importar y para qué se necesita. Esa planilla es revisada por cada cámara empresarial, que hace un primer filtro teniendo en cuenta la importancia de los pedidos, y luego se envía a la UIA, que representa ante el Gobierno a 60 cámaras sectoriales y 20 regionales.

Los reclamos del sector privado son dos. Por un lado, el Ministerio de Economía anunció más previsibilidad acerca de las fechas de pago del Banco Central. Esto quiere decir que, cuando una compañía recibe la autorización de la SIRA, automáticamente le figura qué día la entidad monetaria le venderá los dólares para cancelar los pagos en el exterior. Sin embargo, no hay un plazo previsible acerca de cuánto tarda el Gobierno en aprobar la SIRA, de acuerdo con diversos ejecutivos. Según indicaron fuentes oficiales, casi el 51% de las operaciones ya fueron aprobadas.

El segundo reclamo se centra en los plazos de venta de dólares del Banco Central. Según la reglamentación, a las grandes empresas se les dan las divisas a los 180 días de haber realizado el pedido de autorización, mientras que para las pequeñas compañías, el plazo es más corto, pero no menor a 60 días. En este tiempo, los importadores deben pedir un crédito, usar dólares propios o pedir al proveedor que los espere para efectuar el pago, con la incertidumbre de no saber si realmente el Banco Central les dará los dólares cuando se cumpla ese período.

“De acuerdo con nuestros datos, el 98% de las empresas pymes no tiene posibilidad de negociar créditos más allá de los 180 días con sus proveedores y es un problema que se agrega a la incertidumbre de la inflación. Yo creo que el Gobierno está haciendo todo lo posible en una situación de restricción dramática de divisas, porque realmente no hay dólares para todos y no tenemos más remedio que racionarlas”, dijo Vicente Donato, el presidente de la Fundación Observatorio Pyme (FOP).

“Unificar y cerrar el tema del cepo no es algo de corto plazo en este escenario; no hay solución. Al dilema de la inflación, las empresas le agregan la incertidumbre de la importación”, agregó Donato, que valoró la iniciativa del Gobierno de que el Banco Nación, con sus dos sedes en el exterior (Nueva York y Madrid), ofrezca garantías de crédito a las empresas, aunque todavía no está implementada.

El titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja, indicó que el Gobierno “está dando respuestas” a los reclamos. “Hay mayor agilidad en términos de la SIRA, pero el tema de los plazos y la eventual financiación hasta que se cumplan los 180 días o lo que fuere requiere armar con el Banco Nación y otras entidades alguna alternativa ‘puente’”, dijo a la nacion.

“Estamos analizando el tema y esperando la reacción de las cámaras y empresas. También hay algunas cuestiones con importaciones temporarias que estamos conversando. Hay diálogo y esperamos que se vayan concretando los resultados. La situación es compleja, pero entendemos que podemos ir destrabándola, confiamos en que se le dé el ritmo necesario”, agregó el también presidente de la cámara de alimentos, Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal).

Mientras tanto, el drenaje de reservas del Banco Central no cesa y, en lo que va del mes, la entidad ya vendió US$911 millones, la misma cantidad que en todo noviembre de 2021. El BCRA tiene, al momento, reservas netas para hacer frente a la demanda restringida de divisas, gracias a los US$5000 millones que compró a un tipo de cambio de $200 en septiembre, pero la sequía y la brecha cambiaria aceleraron las ventas, y a un tipo de cambio más barato, de $162.

Pedro Reyna, presidente de la Federación Argentina Industria Maderera y Afines (Faima), admitió que “se está en un momento difícil, porque se está ajustando el sistema” de importaciones. Sin embargo, valoró la decisión del ministro de Economía de integrar al director ejecutivo de la UIA a la mesa de decisiones, para darle más fluidez a la respuesta.

“Hay problemas evidentemente por la falta de divisas, pero las empresas tienen más problemas con la falta de respuesta que con el tema en sí mismo. Lo que quieren saber, si algo está frenado, es por qué. Todavía no se ajustó el sistema, está en camino. Lo importante es que están todos sentados en la misma mesa y que tenemos un vocero que está opinando y que nos trae la información”, indicó Reyna.

Con respecto al formulario que cada empresa debe completar, indicó que, desde la cámara, están “bregando para que cada una defina muy bien los productos que requieren para que no se paren los procesos productivos”.

“Siempre hay una cierta desconfianza entre las empresas y los funcionarios. Lo vemos en algunos funcionarios que son morosos y en algunas empresas hacen algunas cosas de las suyas. Tenemos que entender que si tengo un insumo intermedio, para alguien puede ser un producto final. La falta de divisas hace que no se pueda abrir la puerta totalmente”, indicó el empresario.

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