Durante el lunes, el CCUCE que evalúa la capacidad económico financiera de una empresa no estuvo disponible. Preocupación por el impacto de la devaluación en las negociaciones dentro de las cadenas de valor
Es esa instancia burocrática, que se hace por computadora sin la intervención visible de seres humanos, la que desde tres semanas viene utilizando el Gobierno para hacer más cerrado el cepo cambiario. Esa traba volvió a aparecer durante este lunes, pero el CCUCE ya había quedado “fuera de servicio” tras la publicación del Decreto 377 de hace tres semanas en varias jornadas. No traba la autorización a la importación de un bien, trámite que se hace a través del SIRA. Lo que traba, o demora, es el momento en que el Banco Central tiene que liberarle dólares a una empresa a través del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC).
Los empresarios industriales, que trabajan con insumos que suelen ser 50% importados (o más), se transformaron gracias al cepo en expertos en siglas. Hasta hace un año, lidiaban con las SIMI y las SIMPES. De Massa para acá, lo hacen con las autorizaciones de importaciones (SIRA y las SIRASE), el coeficiente económico financiero (CEF) y las autorizaciones financieras (CCUCE).
Pero este lunes, el apagón importador fue un tema más, dentro de una agenda donde la devaluación y la incertidumbre tras las PASO del domingo dominaron prácticamente todas las conversaciones. En la Unión Industrial ya habían señalado hace tres semanas, cuando el Gobierno aplicó una devaluación selectiva del 5% a través de la suba del impuesto PAIS, que podía ser un “globo de ensayo” por parte de Massa para aplicar una devaluación más fuerte tras las PASO. Aun así, entre los afiliados a la central fabril ayer predominaba el desconcierto.
“El viernes nos fuimos con la sensación de que a partir de hoy (lunes) íbamos a tener un horizonte más despejado, pero en vez de eso nos quedamos con un escenario de acá a octubre en el cual la única certeza es que Bullrich le ganó a Larreta. No podemos ni siquiera armar una lista de precios que nos permita saben que nos cubre por las próximas semanas”, señalaron dentro de una automotriz.
En cambio, en otra terminal recibieron muy bien la noticia de la devaluación de 22% del peso. “Lo del tipo de cambio da cierta certidumbre si se mantiene hasta octubre y nos va a permitir acomodar los programas productivos. Y lo de la devaluación se esperaba”.
Ese cóctel de dólar oficial más alto con importaciones que en algunos casos deben ser financiadas a varios meses fue a su vez el tema central en otra de las cámaras del sector, especializada en autopartes.
“Los clientes grandes no reconocen la suba del dólar, por lo tanto de los costos, con los mismos tiempos en que impacta en sus proveedores locales”, dijo el titular de una de las fábricas. “A los proveedores extranjeros sí les pagan automáticamente, en dólares. Y ajustan con los proveedores locales. Eso ya se había empezado a ver hace tres semanas con la devaluación a través de la suba del impuesto PAIS y ahora estamos temiendo un impacto mayor”.