A pesar de que se espera que Lula tenga una mirada más amable con respecto al Mercosur en particular y la Argentina en general, el freno a las compras externas es un problema para el país vecino

Un voto electrónico moderno para la elección es la primera diferencia notable entre la Argentina y Brasil, algo que se notó en la última elección y que llevó a un recuento veloz y sin problemas. Pero no es la única. Brasil tiene una moneda fuerte, un Banco Central sólido y autónomo, un tope para el crecimiento del gasto público, relaciones laborales acordes a los tiempos actuales después de una importante reforma e inflación bajo control, entre otras “rarezas” para la Argentina.

Los economistas aseguran que, después de analizar las últimas décadas de historia de Brasil, que, a pesar de los distintos gobiernos, logró consolidar políticas de Estado, el triunfo de Lula no va a cambiar estos lineamientos. Fueron los que llevaron a ordenar a la economía a tal punto que el dólar, la pesadilla de los argentinos, no tiene ninguna incidencia en el ahorro de los brasileros. Por otro lado, tiene una economía todavía bastante cerrada, pero se esperan cambios en este sentido.

Tras el triunfo de Luiz Inácio Lula, el economista Dante Sica, ex ministro de Producción y Trabajo durante el gobierno de Mauricio Macri, dice que más allá de la política y de las cuestiones ideológicas, la Argentina necesita que Brasil crezca porque eso tracciona a las exportaciones argentinas. “Hay que tener en cuenta que Lula sube con un congreso que no controla, y tiene una mirada de centro derecha, liberal. Allí tendrá un freno si quiere avanzar con algunos programas de redistribución, populistas o más volcados a la izquierda”.

Sica analiza que esto ha sucedido con varias elecciones en América Latina, con candidatos que ganaron por los extremos, pero tienen un freno a ciertas políticas.

Un socio poderoso

En relación a las políticas que ha implementado y sostenido Brasil, Marcelo Elizondo, experto en negocios internacionales, enumera algunas de las razones por las cuales el mayor socio comercial de la Argentina es poderoso: se trata de una de las 10 grandes economías del mundo; es el país de origen de 33 de 100 principales multinacionales latinoamericanas; tiene inversión extranjera directa por más de US$700.000 millones y US$400.000 millones invertidos en el exterior por empresas brasileras. “Esto ocurrió a los largo de los años, no gracias a un ministro o un presidente”, destaca.

El economista recuerda que durante el gobierno de Michel Temer, Brasil puso un tope al incremento del gasto público, Esta medida se sumó a la Constitución Nacional con el apoyo de distintos partidos.

En cuanto a su moneda, “ha tenido una política seria. La moneda de Brasil es muy estable, al revés de lo que sucede en la Argentina”, dice Elizondo. Esto se prolongó durante por lo menos 20 años.

Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, pero el intercambio con este país tuvo un período mucho mejor, que fue entre 2010 al 2014. Los números muestran que se puede, o se debe, ir por más especialmente en un contexto de falta de dólares en el Banco Central. Según el Indec, En 2021 la Argentina exportó por US$11.768 millones, mientras que en 2011 las ventas llegaron a US$17.318 millones (con un saldo negativo de US$5008 millones). En 2012 también hubo una exportación importante, por US$16456 millones (esta vez con un saldo negativo de US$1347 millones). Hasta septiembre, la Argentina exportó por US$9352 millones, con un saldo negativo de US$3134 millones.

En septiembre, el 82,4% de las exportaciones locales al Mercosur fueron a Brasil y el 86,9% de las compras al bloque provino de ese país.

Para la economista Diana Mondino, “hoy no estamos explotando la relación con Brasil. La economía brasilera tiene un rumbo que con Bolsonaro se aceleró, pero que no cambió demasiado; mucha más transparencia en la gestión pública, un aprovechamiento de las oportunidades que ofrece el mundo, algo de desregulación…Es cuestión de que la Argentina esté dispuesta a compartir este camino”.

Cerrada versus abierta

La economista de Fiel, Marcela Cristini, dice que el país presidido por Lula tiene claro, de 1998 en adelante, que “no hay Brasil sin estabilidad macroeconómica. Tanto Lula, como Temer, como Bolsonaro, y ahora Lula nuevamente tienen un objetivo hacia adelante: nunca vulnerar la estabilidad económica lograda por Fernando Henrique Cardoso (presidente de Brasil de 1995 a 2003) . A partir de ella, Brasil nunca más se desestabilizó”. La experta agrega que “esto es un capital que hace que sea un país atractivo, a diferencia de la Argentina, para la inversión extrajera directa y para los mercados financieros internacionales. De todas maneras, Brasil tiene una tasa de crecimiento baja, que tiene que ver con el resto de los matices de su política. Sigue siendo un país muy cerrado y poco integrado territorialmente, aunque mejoraron en este aspecto”.

Sin embargo, Cristini augura que, aunque Brasil “sigue siendo un país muy cerrado, seguramente se va a volcar a ser una economía más abierta”. En este aspecto, hay una gran diferencia con la Argentina. “Nuestro país tiene una economía cerrada, pero Brasil hizo la reforma laboral y nosotros no; tienen un sistema bancario poderoso y nosotros no; cuentan con crédito internacional, nosotros no”.

Dante Sica se refiere a que Brasil tiene un impulso a llevar adelante negociaciones internacionales más fuerte que la Argentina. “En los últimos cuatro años, por la reticencia de la Argentina, se ha avanzado poco. El primer gran acuerdo que va a tener que llevar adelante Lula es el del Mercosur con la Unión Europea”, comenta.

Al respecto, la economista Beatriz Nofal, Subsecretaria de Industria y Comercio Exterior (durante el gobierno de Raúl Alfonsín), y la principal negociadora de los acuerdos de integración entre Argentina y Brasil, opina que “en la cuestión económica no habrá grandes diferencias, porque con Lula ya se había respetado la independencia del Banco Central y se avanzó en políticas de estabilización. Al principio de su mandato anterior había temor, pero es probable que lleve adelante una política de centro derecha”.

Por otro lado, opina que “Lula se va a alinear más con los compromisos del Club de París y con los objetivos de desarrollo sustentable de las Naciones Unidas, que marcan una guía para el mundo. Esto sin duda va a ayudar al Mercosur, porque facilitaría la aprobación del acuerdo con la Unión Europea”, anticipa.

Una macroeconomía estable

Los expertos coinciden en que un buen ejemplo de Brasil al mundo es el hecho de continuar con políticas macro consensuadas, sea quien sea el ganador de una contienda electoral. “Hay 197 economías en el mundo estables, con tasas de inflación que no van mas allá del 12 por ciento. Lo que sucede en la Argentina no existe en la mayoría de los países de la región”, dice Cristini.

Nofal, quien también fue presidenta de la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones en el gobierno de Nestor Kirchner y representante para asuntos relativos a G20 de la Cancillería, advierte que “aunque ambos candidatos tenían diferencias en las políticas distributivas internas, en el tema macroeconómico ya Brasil está avanzado en la reducción de la inflación. Su Banco Central hace años que tiene muchos logros en materia de estabilidad monetaria. Como todos los países del mundo, fue afectado por el aumento de los precios después de la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania, pero está avanzando en sus objetivos graduales de reducir la inflación. Eso no se iba a modificar con ninguno de los dos candidatos.

Coincide Elizondo, que dice que “Brasil tiene políticas que gradualmente ordenan su economía. Va despacio avanzando en ciertas reformas. Bolsonaro bajó aranceles para poder acceder a tecnología y bienes de capital de manera más económica. Antes, Temer había hecho una reforma laboral muy ambiciosa y esto fue un avance. Brasil también mejoró los procedimientos administrativos. Gobierno tras gobierno trabajan para mejorar la competitividad de la economía. Hace 10 años que Brasil es uno de los principales receptores de inversión extranjera directa del mundo, todos los años. Esto tiene que ver con la confiabilidad brasileña. Nunca renegocia su deuda, nunca se rompen los contratos. Hay un respeto por la institucionalidad, por los contratos, por la estabilidad, mas allá de los gobiernos”.

Otra cosa para destacar es que Brasil, a lo largo de los distintos gobiernos, acude a técnicos muy destacados. Tienen mucha experiencia, mucha formación y sn muy respetados a nivel internacional. Hay una profesionalización de la economía.

La producción en alerta

Es sabido que la Argentina y Brasil tienen una producción complementaria. El mejor ejemplo es la industria automotriz, pero hay un estado de alerta en el sector a causa del desorden en materia de importaciones argentinas que llevan a trabas, demoras, impedimentos y gran cantidad de regulaciones que dificultan las compras externas. Explica Mondino que “si la Argentina no importa lo que necesita, no le podemos vender a Brasil lo que el país del norte nos quiere comprar. Las restricciones afectan muchísimo a Brasil”. Seguramente esto será uno de los primeros temas que toquen ambos gobiernos.

“La Argentina no tiene dinero para importar. La situación es gravísima”, agrega Cristini. “Probablemente la agenda de Lula requiera un Brasil más integrado al mundo. Su modo será mas negociado. Pero ¿cómo negocio con la Argentina si esta con una agenda de urgencias?

Por su parte, Nofal está de acuerdo en que los problemas que la Argentina tiene para importar pueden ser un foco de conflicto con el Brasil.

“Ellos saben aprovechar oportunidades y leer el contexto internacional. Por ejemplo en 2020 Brasil exportó casi US$20.000 millones de petróleo crudo, cuando era un importador neto”, dice Cristini

El factor Mercosur

La economista de Fiel, Marcela Cristini, explica que, en términos generales, “tenemos un problema que viene de larga data dentro del Mercosur que no logra los objetivos que se impusieron cuando se conformó, en 1991. En lugar de estar cada vez más integrados hacia un mercado común, ni siquiera cumplimos la condición de ser una unión aduanera imperfecta, que era lo que habíamos alcanzado en algún momento. Hay una divergencia entre Brasil y la Argentina (también Uruguay y Paraguay) que tienen claro aspectos de su desarrollo ecónomico.

Para Elizondo, antes de Bolsonaro el Mercosur era una política de Estado. El entró en una nueva fase, que es la de una mayor autonomía de Brasil para su política exterior y se rompió una tradición.

Ahora se espera que Lula haga una apuesta más importante con respecto al Mercosur.

Paula Urien (La Nación)

 

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