Confieso que en razón de lo intrincada y casi informal política del gobierno en materia de exportación e importación, me ha costado escribir este artículo, pues tanto es el descalabro y los cambios permanentes en la misma que no da tiempo ni siquiera de parar a analizar la respuesta

Luis Miguel Palma / Colaboración

No obstante ello, me las he arreglado para escribirla y explicar sucintamente los cambios que se han dado en los últimos tiempos como para tomar un parámetro de referencia temporal.

En primer término, creo que lo más importante es remarcar que nunca se ha visto o he visto la profusión o cantidad de normas, sobre todo aduaneras y cambiarias que se están dictando casi semanalmente para poder hacer frente a la escasez de divisas que tiene el Banco Central y, por ende, el Estado nacional. Tanto es así que varios operadores de comercio exterior (importadores, despachantes, agentes de transportes) me han confesado que casi ni las entienden (los funcionarios tampoco y ojo que me lo han dicho algunos). Este es el denominador común de lo que pasa y no es nada más y nada menos, lo que en derecho se denomina dispersión normativa permanente y al mismo tiempo normas yuxtapuestas, cuando no contrapuestas, lo que es peor. En pocas palabras, es ir poniendo parches o curitas a un organismo o cuerpo infectado y no ir al fondo de la cuestión. Ya sabemos cómo terminan estas cosas.

 

Desde ya adelanto opinión y, claramente, coincido con muchos que trabajamos en el sector que las retorcidas medidas que supuestamente se hacen para facilitar el comercio exterior en importación y exportación no tienen esa finalidad, ya que la verdadera razón es la política cambiaria, dada la escasez de dólares.

¿Cómo es eso? Se preguntarán algunos

Por una cuestión de espacio, me referiré a la importación. El Estado está desalentando a los importadores para la compra de los dólares, haciéndoles esperar las autorizaciones aduaneras en plazos realmente muy largos (estoy hablando de meses y no de días, ni semanas) en un ámbito internacional en el que la cuestión trasunta una velocidad de horas y los precios pactados con el vendedor en exterior lógicamente cambian.

Así, tenemos que la Aduana ha pasado de crear sistemas de regulación que se han convertido en verdaderas barreras pararancelarias que van desde el SIRA creado en octubre del 2022 y que es el sistema que remplazo al anterior SIMI. Este sistema, cuyas siglas significan Sistema de Importaciones de la República Argentina, no es más ni menos que la repetición de esquemas de control casi idénticos al ya mencionado y derogado SIMI (Sistema Integral Monitoreo de Importaciones) y consiste en que las solicitudes de aprobación de operaciones de importaciones deben pasar por un control previo, que estaría preparado para darle velocidad y un control transparente a la operatoria.

¿Cómo funciona el sistema?

El mismo sistema centraliza toda la operatoria de comercio exterior en una sola base de datos, al vincular solicitudes de importación, despachos de mercadería y cuenta bancaria desde la cual se accede a los dólares y se realizan los pagos de los bienes o servicios y al momento de realizar la operación de acceso a las divisas deberá registrar la operación “en línea” en una aplicación de la AFIP, la cual validará determinados datos del importador.

Resumiendo: el sistema que se creó (teóricamente) para facilitar la operativa de importación, darle dinámica y velocidad y conseguir los dólares para efectuar la compra al exterior se transformó en un martirio, ya que se debe primero esperar que la aduana autorice la liberación de los dólares y esta espera es la que hace imposible trabajar normalmente o directamente utilizar el mercado paralelo de divisas para que las operaciones no se caigan o no pierdan el proveedor en el extranjero.

 

Directamente, esta problemática afecta a los bienes finales terminados que se importan y a la situación de los exportadores que para poder terminar sus productos necesitan de insumos importados, con lo cual pierden más tiempo y más mercado y así también se afecta la cuestión laboral y mano de obra calificada. No me gustan las estadísticas, porque dependen de quién las hace, pero haciendo una media de las que he leído, más del 50% de los importadores está seriamente afectado por estas cuestiones y lo estarán más aún, pues el Banco Central dictó recientemente una normativa por la cual se suspenden los certificados de exclusión de pago de IVA y Ganancias para importadores, con lo cual es casi imposible operar financieramente.

Concluyendo, estimo que esta cuestión de cepo o barrera pararancelaria en la importación, como la cuestión de la negociación de las divisas en exportación con un dólar oficial muy flaco deberá abrirse de manera paulatina en este gobierno, cosa que no creo que suceda a corto plazo; pues, si queremos ser atractivos a la inversión extranjera, esto de cerrar las importaciones, tal como está sucediendo para, contradictoriamente, querer incrementar las exportaciones, no es el camino. Simplemente es lo contrario, como si fuera que los países tienen la obligación de comprarnos y nosotros podemos prohibir que nos vendan sus productos (lo estamos haciendo), tal como lo dije más arriba y todo por una cuestión del mercado de cambios que restringe la operativa tanto en exportación como importación, haciendo impacto en el sostenimiento de los importadores y exportadores, que van desapareciendo o dejando de operar y afectando seriamente el mercado laboral. Espero lo entiendan los responsables.

(*) Abogado, especialista en Derecho Aduanero – Docente universitario y socio del estudio Palma de la Garma & Lucas – Abogados y Brokers de Comercio Exterior.

Fuente: Diario Época

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