El Año Nuevo Chino indica la llegada del año del Conejo de Agua, un símbolo de longevidad, paz y prosperidad: ¿derramará en la relación con Argentina?

Este domingo se celebra el Año Nuevo Chino, que da inicio al año 4721 según su calendario lunisolar. Al basarse en ciclos lunares y no en el calendario gregoriano, la fecha de inicio y final es variable y muta cada año. El Año Nuevo Chino indica la llegada del año del Conejo de Agua, un símbolo de longevidad, paz y prosperidad en la cultura china, por lo que se prevé que 2023 sea un año de esperanza.

Esta podría ser una buena noticia para Argentina ya que China es el segundo socio comercial del país, aunque desde 2019 el país asiático se ha ubicado en primer lugar durante varios meses.

El creciente volumen de comercio bilateral se tradujo en una mayor participación relativa de China en la pauta comercial de Argentina. En el 2021, China representó el 8% del total de las ventas externas de Argentina al mundo y el 21,4% de sus importaciones.

Según el documento, en América Latina, otros países con dotaciones de recursos naturales, con importantes exportaciones del sector primario o del complejo agroindustrial, como Brasil, Chile y Perú, mantienen significativos superávits con la República Popular China.

En 2020, Brasil tuvo un superávit de US$ 31.000 millones, Chile, de US$ 12.000 millones, y Perú, de US$ 655 millones. Los valores exportados por estos países hacia China superan con creces los US$ 5.400 millones que significaron las exportaciones argentinas hacia el mismo país: Brasil (US$ 84.000 millones), Chile (US$ 28.700 millones) y Perú (US$ 14.100 millones) Las principales exportaciones de estos países hacia China se componen principalmente de mineral de hierro, cobre, soja, petróleo y celulosa, aunque también cabe destacar otros productos con peso menor, aunque significativo en la balanza comercial, como proteínas animales, frutas y vinos.

Argentina necesita reformular su relación con China

De acuerdo con estimaciones recientes, América Latina debería invertir alrededor del 5% de su PIB en infraestructura, mientras que el gasto efectivo ha estado muy por debajo del 3% del PIB en las últimas dos décadas. El aumento de la inversión en infraestructura es de suma importancia para el proceso de desarrollo e integración regional y el financiamiento internacional constituye una herramienta fundamental para resolver la brecha de infraestructura, que dificulta la transformación estructural de las economías en desarrollo.

“Si no se toman medidas concretas para aumentar la participación de las empresas nacionales y del contenido local en los proyectos de infraestructura, la estrategia de financiamiento actual tenderá a profundizar el déficit comercial con China”, expresan Rubiolo y Bustelo en su informe.

Qué esperar para 2023

La ola de expansión del financiamiento de China a nivel internacional ya ha alcanzado su pico en América Latina. Los indicadores sugieren que en los próximos años los desembolsos serán menores y las condiciones y los términos de los préstamos por parte de los bancos serán más estrictos debido a las dificultades de repago.

La transición de la economía china a una de mayor sostenibilidad, social y ambiental, ofrece oportunidades ligadas al aumento del consumo de la población y a la descarbonización del transporte y la generación eléctrica. Argentina debe tener una estrategia para la atracción de inversiones en proyectos productivos que le permitan consolidarse como un proveedor seguro y estable en aquellos segmentos con mayor complementariedad y potencial para atender la creciente demanda de China y Asia.

“Resulta importante definir que quiere hacer Argentina con China, y diseñar un plan general en consecuencia, estableciendo sectores estrategicos con un horizonte de mediano y largo plazo, de modo tal que eso permita ajustar la agenda de negociaciones bilaterales priorizando sectores claves de interes nacional”, plantea Bustelo

“La inserción externa de Argentina en un orden internacional atravesando múltiples tensiones debe mantener el mayor equilibrio posible, calibrando el grado de vinculación con cada uno de los grandes socios. Este delicado cálculo juega un rol central en la relación con China”, concluye Rubiolo.

 

La importancia que China adquirió en las últimas décadas, así como las posibilidades que abre para nuestro país su creciente presencia, tornan necesario comprender la dinámica de las relaciones económicas bilaterales y definir una estrategia de cooperación para que la relación bilateral pueda dar los mejores resultados.

 

Argentina necesita una estrategia para desarrollar capacidades productivas sobre la base de su dotación de recursos naturales (proteínas animales, industria forestal, litio, GNL, entre otros), que le permitan acceder al creciente mercado chino e integrarse en las cadenas globales de valor, en las que tanto China como el continente asiático tienen un peso creciente.

Fuente: El Economista

 

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