Esto es simplemente sumar el valor de las exportaciones e importaciones de los países (precio y cantidad), lo que permite establecer rápidamente los ciclos de crecimiento o contracción de la demanda mundial y, por lo tanto, la extensión y profundidad de las crisis económicas. En la pandemia, por ejemplo, el comercio global cayó cerca de 8% en 2020. La gran crisis financiera de 2008 en EEUU conllevó un desplome del 23% en el comercio global en 2009. Estas cifras se recuperaron rápidamente en los años posteriores, pero para el sector exportador es primordial reconocer las tendencias y las alertas que se enciendan sobre el comercio global, de manera de anticiparse adecuadamente.

El comercio global ha crecido en promedio 7% anual desde el  2000 y se ha multiplicado x4 en las últimas dos décadas. Esto apoyado en un notable despegue del comercio de las economías emergentes cuyas cifras se han multiplicado x5. Los datos preliminares de 2023, sin embargo, muestran un descenso en el comercio global en torno al 6%, una de las mayores contracciones de los últimos 20 años y sin mediar una crisis económica. Una razón podría ser el componente precio, que ha disminuido a lo largo del año, pero también las crecientes dificultades geopolíticas y las medidas proteccionistas que se están levantando.

En este ámbito, las recientes disrupciones en el Mar Rojo han motivado nuevas alzas en los costos de transporte marítimo global, cuyo indicador de tarifas se ha duplicado en las primeras semanas de 2024. El paso -esencial para unir Asia con Europa- está haciendo desviar a las embarcaciones por el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica, elevando los tiempos y costos operativos. Por ahora, el episodio no es comparable con el potente incremento de tarifas registrado en 2021 y 2022, donde los precios de transporte marítimo se multiplicaron x4, pero es posible que este tipo de dificultades para el comercio global sean cada vez más frecuentes ante la escalada de conflictos alrededor del mundo.

Si bien para 2024 se prevé una desaceleración económica en los principales países, ello sería de carácter leve y transitorio y no se anticipan caídas significativas sobre el dinamismo del comercio global. Para el resto de la década, sin embargo, las medidas proteccionistas y un mundo encaminado hacia la fragmentación son las principales amenazas para el rumbo del comercio internacional. Las definiciones políticas y estrategias de desarrollo que adopte China, EE.UU. y Europa serán claves en este ámbito. En los últimos años, según cifras de la Organización Mundial de Comercio, se ha ido elevando el arancel promedio vigente desde las principales economías.

El descenso del comercio global en 2023 también se reflejó en Chile. Según cifras del Banco Central, las exportaciones retrocedieron en valor un 3,7% el año pasado, explicado más bien por una caída en precios, mientras la cantidad exportada incluso subió, particularmente en el sector agro. Es más, el monto exportado del sector agrícola subió más de un 5% en el año, uno de los pocos sectores con incrementos. Se prevé que las exportaciones totales anoten una expansión de carácter acotado para 2024, pero buena parte de ello dependerá de las condiciones globales y de los precios reinantes. Las primeras señales de comercio exterior para este año no han sido alentadoras.

Con todo, las amenazas sobre el comercio global llegaron para quedarse. Si bien difícilmente habrá un cambio sustantivo en las cadenas de abastecimiento y en los polos de producción global, si se reconocen adaptaciones de carácter estratégico y medidas de mitigación en las principales economías, de manera de evitar vulnerabilidades ante posibles disrupciones sobre el comercio internacional. Las empresas exportadoras locales deben entonces considerar el riesgo de cambios abruptos en las condiciones de comercio y tener vehículos de respuesta ante contratiempos logísticos y reconocer, a su vez,  el carácter estratégico, a nivel global, que poseen nuestras exportaciones.