La visita a la Argentina de la presidenta de la Comisión europea, Ursula von der leyen, dejó claro, a través de sus dichos, que hay un cambio de actitud en el viejo continente
La señora Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha visitado recientemente Brasil, la Argentina, Chile y México, siendo su principal foco ir definiendo la ratificación del acuerdo Mercosur-UE. Ahora bien, ¿por qué pasamos de la indiferencia europea y su marcado rechazo a las prácticas ambientales en la Amazonia del expresidente Jair Bolsonaro, a un apuro inusitado por dar luz verde al acuerdo hacia fines de 2023? No hay dudas de que el contexto, de las épocas del dúo Macri-Faurie a la fecha, ha cambiado para los europeos, quienes no suelen equivocarse al estilo sudamericano de siempre tropezar con la misma piedra, aunque cuando lo hacen, lo hacen lindo.
Para empezar, convengamos en que la alianza energética que realizó la excanciller Angela Merkel con Vladimir Putin resultó, a todas luces, un yerro estratégico de gigantesca magnitud. ¿Cómo entender que la pujante Alemania arrastrara a toda Europa a una dependencia energética con una dictadura, carente de libertades económicas e individuales? ¿Acaso no estuvieron enfrentados en la Segunda Guerra Mundial con Rusia? ¿Acaso Europa no tenía proveedores sustitutos en donde el concepto de “source security” desembocara en una mayor certidumbre? ¿Acaso esa seguridad se la brindan ahora Qatar, Argelia o los ofrecimientos de Irán?
Resulta curiosa, cuanto menos, la importancia ambiental que tenía para Europa el tema de la Amazonia con el presidente de Brasil Jair Bolsonaro en el poder, y que ahora con Lula pareciera ser un tema de segundo orden. Parece curioso también que teniendo Vaca Muerta ya unos cuantos años de desarrollo, es justo ahora que los europeos se interesan más por un acuerdo. ¿Acaso no tendrá algún peso la iniciativa de Petronas de Malasia de hundir unos US$10 billones en una planta de licuefacción en la Argentina para abastecer a sus clientes del AsiaPacífico?
¿No será acaso una preocupación para los europeos la posible ratificación del acuerdo Mercosur-Singapur, país que tiene una tremenda capacidad inversora y tecnológica capaz de tender lazos de importancia entre el Mercosur y el Asia-Pacífico? ¿Y qué hay de los avances de China en la región? ¿No cumplirá un papel el potencial energético offshore actual de Brasil y del Mar Argentino en sus decisiones de moverse rápido?
Hoy, una vez más, son Estados Unidos y Canadá quienes salen a sacarle las papas del fuego a una Europa que había comprometido incomprensiblemente el 40% de su fuente primaria de energía al gas natural de Vladimir Putin. Casualmente, hoy Noruega, que explora activamente junto con YPF el Mar Argentino, es otro de los proveedores sustitutos de emergencia de gas natural. El Mercosur es una fuente inagotable de recursos energéticos y alimenticios para Europa, incluyendo el litio, la minería convencional, el hidrógeno verde y un universo agroindustrial casi ilimitado y mucho más eficiente que el de ellos.
Estados Unidos tiene una agenda ambiental que cumplir y no le sobra gas para exportar a Europa por siempre. Canadá tiene seria oposición para desarrollar proyectos en las provincias del este. Australia apunta a abastecer a sus gigantes vecinos del Asia-Pacífico, además de enfrentar también serios cuestionamientos y prohibiciones de fracking en sus operaciones de shale gas costas adentro, razón por la cual apuntan más al offshore, lejano y poco auditable a los ojos de las ONG. Qatar no tiene capacidad de aumentar la oferta. Todo esto es una enorme oportunidad para el país.
Fuente: La Nación