Para Diego Dumont, Titular de DMF Comercio Exterior y destacado especialista en la materia, está claro que la situación que desembocó en una semana de plena incertidumbre en la economía comenzó antes. Y ubica dos hechos particularmente relevantes: uno, el 20 de junio, cuando la vicepresidenta Cristina Fernández aseguró que había un “festival de importaciones” y otro cuando una semana después el Banco Central intensificó el control en los pagos de importaciones, de manera que “el mercado está prácticamente paralizado”.
Entrevista con Diego Dumont: El especialista en Comercio Exterior sostuvo que “si el país ordenara las reglas de juego, no estaría el cuco de las importaciones”
“No es que hay sectores más o menos afectados, es una normativa de carácter general. Por tanto los faltantes se van a empezar a ver en todos los sectores de la economía”, vaticinó. “Fuera de casos específicos como importaciones que hace el Estado, por ejemplo, para atender la pandemia por Covid, las operaciones que hacen las empresas de todos los rubros están hoy comprometidas”, advirtió.
El reconocido especialista halló la razón de esta situación en que “el Banco Central, a través de la última comunicación, que fue la 7532, bloqueó los pagos al exterior que pueden hacer las empresas, los pagos anticipados sobre todo, y de manera muy brusca. Hay pocos pagos que pueden cursarse, para empresas a las que les queda un poco de cupo.
“En este momento tenemos trabado el rubro de repuestos para maquinarias de empresas que están produciendo (agropecuarias, lácteas). Los proveedores del exterior exigen sobre todo a las empresas argentinas en un 99,9 % de los casos que paguen en forma anticipada. Y el gobierno les está diciendo a las empresas que en la mayoría de los casos tienen que pagar sus importaciones en forma diferida, a seis meses posteriores de que la mercadería la importó en la Argentina. Prácticamente no existe proveedor que pueda aceptar algo así. Esto está trabando todas las importaciones”, explicó.
De esta manera, considera que “el Banco Central pasó a ser un cortafuegos para las importaciones argentinas, cuando ya había dos: Afip-DGI, estableciendo la capacidad económica financiera, es decir, hasta cuánto una empresa considera que puede tener de importaciones en trámite de un momento a otro. Y por otro lado el Ministerio de Desarrollo Productivo (a cargo de Matías Kulfas y ahora reemplazado por Daniel Scioli) que se encargaba de aprobar las licencias no automáticas, o sea, unas pocas mercaderías que tenían pedido de importación más difíciles de salir. Hoy si te aprueban un pedido de importación, por más que lo hayas podido ingresar, va a ir al banco y no lo vas a poder pagar. Eso está trabando todas las importaciones.
– ¿Cuánto pesa el contexto internacional en este panorama?
– En general hay un consenso en que, primero por la pandemia y segundo por la guerra Ucrania-Rusia, los precios internacionales de los commodities han subido. Más allá de la tragedia que significa una guerra, para las exportaciones argentinas representó una oportunidad. Están involucrados dos países con alto perfil agroexportador; Rusia es el tercer productor y exportador de maíz a nivel global. Este contexto favoreció los precios de lo que la Argentina exporta. La otra cara es que la energía que Argentina importa pasó a costar más por lo que hay un impacto en las importaciones.
– ¿Y cómo se lo mide?
– La ecuación es ésta: con la estadística del Indec de mayo de 2022, las importaciones aumentaron un 44 %. Pero las exportaciones también aumentaron un 27 %. Y tenemos superávit comercial de 3500 millones de dólares acumulados a esa fecha. Es milagroso que las exportaciones argentinas hayan subido en un contexto donde el Banco Central se queda con la mitad de los dólares que las empresas ingresan, por la brecha cambiaria. Y por otro lado, aún en un contexto donde el exportador recibe 127 pesos por dólar, lo cual es un impuesto que se queda el Banco Central, tenemos rubros de exportación de productos de alto valor agregado que pagan derecho de exportación, lo que se conoce como retenciones.
¿Cuál es el problema? Cuando ponemos la lupa sobre las importaciones, estamos señalando que el problema es que entra mucho y en realidad el problema es más complejo: no sabemos vender mejor porque Argentina no está generando condiciones adecuadas para tener los dólares necesarios vía exportación para fomentar sus importaciones. Desde 1900 hasta la actualidad, casi 8 de cada 10 dólares que se importan van a producción y el año pasado la importación de bienes de consumo fueron de un 12 % del total. Quiere decir que todo lo demás va a producción. Y nosotros ahora no sabemos generar a través de las exportaciones las divisas que necesitamos para solventar ese crecimiento, para darle a la industria los dólares que necesita para importación, y poder crecer. Formamos nuestro propio techo.
– ¿Cuáles son las expectativas para el corto plazo?
– En Argentina es muy difícil hablar de corto plazo. No sabemos qué va a pasar en la economía el mes que viene o en un año, ni hablar en 20 años o 50 como pronostican otros países. No sabemos qué va a pasar mañana. Lo que si puedo decir es que esta norma fue tan fuerte y la renuncia del ministro por el momento fue tan negativa, que es probable que suceda que los jueves, día en que el Directorio del Banco Central se reúne, resulten parches normativos para salvar situaciones. Para eso le va a poner más combustible a la alta inseguridad jurídica con la que vivimos. Si esto perdura en el tiempo frena las importaciones, la productividad, las exportaciones y todo.
Si de esta foto se hiciera una película, tendríamos un parate de la actividad económica, y eso influye en el empleo, en importaciones de insumos que se necesitan para la producción. Acá el problema no es la falta de dólares, sino la falta de dólares a tipo de cambio oficial. Y al demonizar las importaciones, lo que se está haciendo es ocultar el problema, que es no tener políticas para generar más exportaciones, y desequilibrios macroeconómicos muy fuertes, como la brecha cambiaria, la inflación, gasto público. La falta de reglas de juego que si el país pudiera ordenar, seguramente el cuco de esta historia no serían las importaciones.