La balanza del sector es deficitaria en US$8000 millones, un dato significativo por el efecto cambiario y por ser hoy el componente más dinámico del intercambio comercial global
En 2022 la Argentina alcanzó el récord histórico de exportaciones de bienes medidas en dólares (superando los US$88.000 millones). La razón fue que los precios internacionales (17% más altos que los del año anterior) permitieron un ingreso de divisas comerciales superior, pese a que los volúmenes despachados no crecieron en comparación con los de 2021. Ese total de ventas externas permitió, por su lado, un superávit comercial de casi US$7000 millones.
Pero el flujo de compras y ventas con el resto del mundo debe ser completado (lo que metodológicamente no suele hacerse) con los intercambios de servicios, que, según datos preliminares, habrían incluido en 2022 exportaciones por algo más de US$13.000 millones, contra importaciones que habrían superado US$21.000 millones. Así, el superávit comercial de la balanza de bienes se esfuma en el déficit de la de servicios (que orilla los US$8000 millones).
Lo anterior es significativo no solo por los efectos cambiarios sino porque los servicios son hoy el componente más dinámico del intercambio comercial internacional planetario. En lo transcurrido del siglo XXI las exportaciones totales de servicios en el mundo han crecido desde US$1,7 billones hasta 6,8 billones (comparando resultados del año 2000 con los del año 2022). Se trata de un 300% de incremento. En particular en 2022 (el mundo llegó a un récord de comercio internacional planetario de casi US$32 billones sumando bienes y servicios) el comercio de servicios entre países creció interanualmente un 15% mientras el de bienes lo hizo en 10% (según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo).
En el referido lapso 2000/2022, las exportaciones de servicios argentinas medidas en dólares se incrementaron en un porcentaje apenas mayor a la mitad del alza mundial: 160%. Las dificultades competitivas argentinas están a la vista.
La entidad de lo referido se agrava si se advierte que -según informes privados- el comercio internacional de servicios es más relevante aún que lo que las (viejas) estadísticas refieren (mucho de lo que los nomencladores –creados hace décadas– consideran bienes físicos, en realidad hoy son solo soportes físicos que contienen un porcentaje mayoritario de su total formado por servicios). Existe un creciente intercambio internacional de valor económico que la nueva economía genera -basado en datos, información y conocimiento- que ni siquiera se computa todavía adecuadamente como valor transferido en frontera (que ocurre intraempresas –multinacionales–; o intracadenas de valor –que explican el 70% de todo el comercio internacional según OCDE–). Ello ocurre porque la nueva economía inteligente en muchos casos no registra en frontera la generación de valor internacional (como la creación de capital intelectual global). Reportes de consultoras internacionales han alertado ya que, si todo ello se computara adecuadamente, se advertiría que el intercambio suprafronterizo de servicios (e intangibles en general) es, por lejos, el más relevante de la actual etapa de la globalización. Y que compone más de la mitad de todas las transacciones comerciales internacionales planetarias.
Las exportaciones totales (bienes más servicios) argentinas representan 0,33% del total mundial. Pero ese porcentaje se compone de una alta incidencia de las ventas agroalimentarias (que representan casi 2% del total global -y que componen dos tercios de total exportado por Argentina-). Mientras tanto las exportaciones industriales, minerales y energéticas tienen una minina participación relativa en el total planetario de sus rubros. Y (en una línea similar) las exportaciones de servicios argentinas representan menos de 0,2% del total planetario (que en 2022 llegó a casi US$7 billones).
El mundo está en pleno proceso de transformación tecnológica y los servicios son un componente crítico en las redes internacionales de valor. Los países más exitosos en las exportaciones de servicios han logrado soportes funcionales para su inserción externa en cinco niveles: microeconómico (empresas calificadas), macroeconómico (funcionamiento económico equilibrado y adecuado), mesoeconómico (un entorno operativo inmediato de las empresas que favorece la formación de encadenamientos eficientes), metaeconómico (un sistema institucional, jurídico y regulativo que asegura el dinamismo económico) y supraeconómico (una arquitectura internacional de relacionamiento institucional que favorece la participación en redes transfronterizas).
Por ende, la adecuación a la nueva economía amparada en la revolución tecnológica exige crear condiciones para el desarrollo de valor transable y la inserción en nuevas redes (que la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual llama Global Innovation Networks).