El reposicionamiento externo de la nueva administración lleva a propiciar lazos formales con democracias occidentales y capitalistas; el rol de Brasil y de China

Una pregunta muy escuchada desde que Javier Milei emergía como fuerte candidato presidencial fue la relativa al reposicionamiento externo de la Argentina. ¿No promover negocios con China puede afectarnos? ¿Y qué efecto tiene no preferir a Brasil?

Sin perjuicio de que el Presidente nunca expresó que retacearía negocios con estos mercados (solo mencionó que no los promovería, lo que en el caso de China no parece modificar demasiado el estatus jurídico actual), lo cierto es que la nueva política (que ya ha tenido gestos manifiestos en el impulso del acuerdo con la Unión Europea, la solicitud de ingreso en la OCDE o la evidente preferencia en el trato con el presidente Zelensky durante la ceremonia de asunción) parece encaminarse a la búsqueda de lazos formales con democracias occidentales capitalistas. ¿Es esperable la inminente solicitud a Estados Unidos para ser parte de la APEP? Y el cambio de la postura relativa a Brics va en esa línea. Por lo cual conviene preguntarse: ¿quiénes son los socios de la Argentina?

Brasil y China son los mayores socios bilaterales considerando el comercio internacional de bienes (generan sumados 24% de las exportaciones y 43% de las importaciones, y juntos producen el 34% del intercambio total de bienes del país). Pero las circunstancias son diversas: Brasil es socio en el Mercosur y eso no cambiará –más allá de la frialdad con el presidente Lula– y con China el vínculo no se basa en preferencias acordadas.

Aunque emerge otra perspectiva: el intercambio comercial con Europa equivale al 22% del total y con Estados Unidos representa el 10%, a lo que puede añadirse que ese país es el principal destino de las exportaciones de servicios de la Argentina. Mientras, las exportaciones a las democracias capitalistas asiáticas representan el 12% del total y las exportaciones a países de nuestro continente alienados comercialmente con la UE y EE.UU. suponen otro 15% del total.

Y hay algo más. Más del 70% del stock de inversión extranjera en la Argentina proviene de ese conjunto de democracias capitalistas. Y casi la totalidad de los algo mas de US$400.000 millones de endeudamiento argentino depende de financiadores o calificadores que operan en estos países (la deuda del sector privado orilla los US$100.000 millones). Pero, amén de eso, es más apropiado analizar el potencial: las democracias occidentales capitalistas sumadas son los mayores emisores de inversión extranjera en el planeta: de las 100 mayores empresas en el planeta, 59 son estadounidenses, 18 son europeas y 14 son chinas. Además, siete provienen del resto de Asia Pacífico, una de Canadá y una de Arabia Saudita. Y esas democracias capitalistas son los mayores mercados importadores del mundo y grandes generadores de innovación y desarrollo tecnológico: los 10 países más importadores son EE.UU., China, Japón, Reino Unido, Corea el Sur, Canadá, Singapur, Turquía, Vietnam y Suiza.

En base, entonces, a la anunciada nueva estrategia del gobierno, puede decirse que no es un retroceso que se mantengan las actuales condiciones internacionales con China, que ya no eran preferenciales. Y que en relación a Brasil -pese a la alianza bilateral- que no se prevea una alianza mayor no nos empeora la critica situación del Mercosur que ya esta lesionada por incumplimientos varios que lo alejaron del “deber ser”. Al contrario: para ambos casos las desregulaciones anunciadas ya mejoran el flujo con ellos, aun sin grandes postulaciones políticas. Y, mientras, puede preverse una nueva agenda en relación a terceros mercados según los lineamientos de la nueva administración.

Todo, claro, si la Argentina genera condiciones de competitividad sistémica doméstica y acuerdos internacionales que fluidicen intercambios de bienes, servicios, inversiones y tecnología.

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PARA LA NACION

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