El gobierno de Javier Milei proyecta un 2025 de repunte económico con un crecimiento del 5% del Producto Bruto Interno (PBI) tras caer en torno al 3% en 2024. La optimista perspectiva que fue plasmada en el texto del Presupuesto se asemeja a la del Banco Mundial o el FMI, sin embargo, aun el escenario más positivo, presenta “inconsistencias”.
Al margen de cuestiones exógenas como el clima que puede modificar el rendimiento agroexportador y, en consecuencia, la recaudación fiscal sobre los Derechos de Exportación (DEX), la capacidad de acumulación de reservas del Banco Central (BCRA), continúa ejerciendo presión sobre los lineamientos económicos de la dupla Milei – Caputo.
El reparo yace entre los más diversos analistas por la tensión que genera en la micro y macroeconomía la dependencia del sector externo.
El tema fue central en la apertura de la Semana Comex que se celebró en Santa Fe del 2 al 4 de octubre, en un clima de alivio por la desregulación del comercio que está llevando a cabo el Gobierno, pero con preocupación por la “catástrofe exportadora” que sucumbe hace décadas en la economía argentina.
Luego de ver como sectores llegaron a retroceder más de 30% y la economía se desplomó entre 7 y 8 puntos, “era inevitable el fogonazo inflacionario de los primeros meses”, señaló Matías Surt, economista y marcó que repercutió negativamente en los niveles de ingreso de la población, la caída de la demanda y la producción.
A poco más de dos meses de cerrar el año, el director de Invecq Consultora Económica aseguró que los altos niveles de nominalidad quedaron atrás, pero advirtió sobre las “inconsistencias” para alcanzar la estabilidad económica.
En ese sentido, Surt hizo referencia a “correcciones” de la gestión anterior que quedaron pendientes en el programa económico como la política cambiaria en general, “desde controles cuantitativos y mucho que queda del cepo cambiario hasta la diferencia en los tipos de cambio”.
En línea con las proyecciones oficiales, si se cumplen los resultados previstos, “por primera vez en la Argentina se cierra una brecha con los tipos de cambios convergiendo hacia abajo”, destacó.
Los dólares del 2025
Aun así, de cara el próximo año, el escenario plantea un desafío central: “que alcancen los dólares” dijo y mencionó el peso que ejercerán los vencimientos de deuda en dólares, los compromisos con organismos multilaterales y el incremento de las importaciones.
Si Argentina crece un 5%, las importaciones crecerían arriba del 10% lo que demanda entre 7 y 8 mil millones más de dólares“, afirmó.
Como muestra, con la rebaja del impuesto PAIS y la reducción de cuotas para acceder a dólar oficial, en septiembre, las compras de divisas solo aportaron u$s 17 millones, contrastando con los u$s 535 millones acumulados en agosto.
En tanto, por la flexibilización de importaciones, octubre tampoco parece fácil en términos de acumulación de reservas. “La posición compradora del BCRA en el MULC seguirá en tensión por el nuevo esquema de pagos de importaciones que demandará pagos equivalentes a 1,5 meses (1,25 en nov-24)”, calculó LCG.
Tipo de cambio y productividad
Estas dudas de la macro se trasladan al universo micro donde las empresas exportadoras, estratégicas para incrementar las ventas al exterior, empiezan a evaluar la relación entre el tipo de cambio y el nivel de productividad actual.
Es también donde juega fuerte la carga tributaria y, particularmente, los DEX que gravan tanto la materia primaria como los bienes industrializados. “Eliminar las retenciones, significaría retroceder del equilibrio fiscal a un déficit de 1,4 puntos del PBI”, dijo Surt.
Por eso, frente a este panorama, aseguró que “no va a ocurrir el año que viene” pero opinó que “en el mejor de los casos puede ser una muy buenas promesa de campaña para el 2026“.