En agosto, el rumbo de la macroeconomía argentina visualizó 3 frentes que alientan cierto optimismo: la tasa de inflación se redujo, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y las cotizaciones financieras se mantuvo tranquila y el crédito al sector privado mostró signos de una incipiente recuperación.

Hace exactamente un año, el índice que mide la percepción de los inversores sobre la macroeconomía de los países -el riesgo país- acusaba 2000 puntos para los negocios con la Argentina. Hoy se encuentra en el orden de los 1500 puntos.

Positivo, pero…

Estos datos positivos, no obstante, no ocultan las dudas sobre la disponibilidad real de dólares que tendrá la economía para hacer frente a sus obligaciones externas en 2025, que suman unos US$ 23.000 millones.

Y a este punto se ata la expectativa sobre cuándo se levantará el bendito “cepo” cambiario, necesario para normalizar el mercado de divisas.

En su último panorama del sector externo, Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez, economistas de FIEL, repasaron los resultados macro de la economía argentina de los últimos meses, y matizaron expectativas de cara no sólo a los números que se vienen, sino a lo que podría pasar en 2025.

Por una parte, el balance comercial de bienes es la principal fuente de divisas del país y, hasta el momento, su desempeño ha sido satisfactorio en más de US$ 12.200 millones en los primeros 7 meses del año, en evidente contraste con el saldo negativo de US$ 5200 millones del período equivalente en 2023.

Las exportaciones crecieron casi 15% y las importaciones cayeron un 26%, a pesar incluso de que los términos del intercambio siguieron siendo negativos, con una caída mayor de los precios internacionales de nuestras exportaciones respecto de los precios de aquello que importamos.

Evolución comercial

Desde FIEL advierten que en el último trimestre veremos una caída estacional de las exportaciones hasta la llegada de la cosecha de trigo, por lo que el balance comercial comenzará a aportar menos divisas, que son las únicas genuinas que están ingresando.

Aún así, la balanza de combustibles y energía hará su aporte de la mano de un récord tanto en las exportaciones como en la disminución de las importaciones.

A propósito de las importaciones, la caída acumulada del 26% podría verse atemperada por la reducción del impuesto PAIS tanto a los  fletes como a los bienes, de la mano también de la leve mejoría que mostró la actividad económica el último mes.

Pero la iniciativa de reducir el impuesto PAIS no puede interpretarse directamente como estrategia de liberalización cambiaria. La principal preocupación del Gobierno sigue siendo cuidar la evolución de la inflación en el camino hacia la liberalización del tipo de cambio.

Blanqueo y RIGI

Por otra parte, si bien el balance comercial cumple su rol, la acumulación de reservas en el Banco Central ha sido muy pobre y, nuevamente debido a la prioridad anti-inflacionaria, las autoridades han usado parte de las reservas para estabilizar la brecha cambiaria.

De allí la importancia que le dan las autoridades a las fuentes alternativas de divisas que han abierto a través del Régimen de Regularización Excepcional de Obligaciones Tributarias, Aduaneras y de Seguridad Social que autoriza un “blanqueo de capitales” y del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).

“En el caso del blanqueo, se optó por un esquema de costo moderado para los participantes en el que los fondos ingresados podrán destinarse a títulos públicos, títulos de empresas privadas que fomenten inversión o PYMES, fideicomisos y fondos de inversión bancarios e inversiones inmobiliarias”, explicaron desde FIEL.

“Con el RIGI -continuaron- mediante una amplia gama de beneficios impositivos, aduaneros y cambiarios, se busca convocar y convencer a los inversores, reconociendo que las condiciones actuales de la economía y la política distan de ser atractivas. En efecto, los inversores potenciales siempre pueden tomar el “valor de opción” y postergar el compromiso de su capital hasta que las señales sean las deseadas.

IED retrasada y dependiente del cepo

RIGI al margen, la inversión extranjera directa -la otra gran fuente de divisas- se mantuvo muy baja en la Argentina en comparación con otros países de la región. Esto, sin contar el hecho de que fue una inversión caracterizada por la reinversión de utilidades a la que forzó regulaciones como el cepo.

Por lo tanto, hablar de un aumento del flujo de IED de un 38%, es también recordar el sesgo obligado que impone todavía el cepo a reinvertir utilidades o a endeudarse con las casas matrices.

De cara al futuro, es inevitable también tomar en consideración que el precio de las principales commodities agrícolas que comercia nuestro país y el precio del petróleo, cuya producción se encuentra en aumento en la Argentina, han sufrido bajas importantes: por ejemplo, en el caso de la harina de soja, la contracción fue de casi un 30% con respecto al promedio del bienio anterior. Cosechas abundantes y la menor demanda de China explican una parte del retroceso de precios.

En síntesis, la evolución del comercio exterior y de las inversiones muestran, de acuerdo con el diagnóstico de FIEL, la necesidad de no postergar la estabilización macro y ver qué tan atractivo será el marco dado a las inversiones a través del RIGI.

Todo esto, claro está, si la situación internacional no se termina agravando, más allá del esfuerzo de políticas internas que se hagan.

Fuente: Trade News

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