El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no servirá de mucho. Apenas le va a servir al ministro de Economía, Sergio Massa, para evitar que se le escapen las variables en medio de un proceso electoral y, si es posible, llegar al 10 de diciembre con el dólar bajo control.
El organismo solo le habilitó u$s7.500 millones que le servirán para cubrir los vencimientos del segundo semestre. Es un movimiento contable. El acuerdo solo lo obliga a dejar reservas netas por u$s1.000 millones al próximo Gobierno, algo que ya luce bastante complicado porque están en u$s7000 millones negativas. Es difícil que logre recuperar lo que está en déficit y sumar algo más. Por eso, ante el nivel de deterioro, por el contrario, la Argentina se encamina a cerrar el 2023 con un nivel de endeudamiento de por lo menos u$s15.000 millones adicionales a los que ya tiene.
¿De dónde pueden salir los dólares para financiar esta nueva deuda? Según el reporte del IERAL provendrá del freno al pago de importaciones de bienes y servicios y del swap chino. “El 2023 sólo puede cerrar con un fuerte aumento del endeudamiento externo, del orden de los u$s15.000 millones, sumando los compromisos con China (yuanes) y con los proveedores de importaciones compradas ‘a crédito’, un ítem que ya generó un pasivo a pagar del orden de los u$s12.600 millones desde principios de 2022.
En el caso de los yuanes, se estima que el Gobierno ya empleó en lo que va del año unos u$s4.000 millones del primer tramo del swap de u$s5.000 millones. Tiene por delante otros u$s8.000 millones, pero tendría que conseguir una autorización del Banco Popular de China, y esta llegaría solo luego de que se acuerde con el FMI.
Según planteó Diana Mondino, la economista candidata a diputada por la Libertad Avanza, en una charla organizada por el Wilson Center de Estados Unidos, “nadie sabe cuáles son las condiciones del préstamo chino“, a diferencia de la transparencia que ofrece el Fondo. “Es la fuente de financiamiento más barata que tiene la Argentina“, señaló.
Deuda comercial
El IERAL estima que el stock de deuda de los importadores con sus proveedores del exterior superó los u$s16.600 millones. A junio de este año había u$s7.177 millones de créditos de las empresas devengados y u$s6.302 millones cancelados de operaciones previas. Desde enero del año pasado, el Gobierno ha ido regulando los pagos, dejando todos los meses una deuda del orden de los u$s1.000 millones.
En el primer mes del año pasado importó por u$s5.600 millones y abonó casi por la misma cantidad. En junio llegó al récord de importar por u$s8.600 millones y cancelar por u$s7.600 millones. En noviembre también coincidieron pago y devengado por unos u$s6.000 millones.
Mientras se mantiene el déficit fiscal y un ritmo de expansión monetaria del 11,2% mensual acumulativo, el esquema obliga a seguir el ritmo de endeudamiento externo, en un contexto en el que el país se ha quedado solo con dos únicas fuentes de financiamiento: El FMI y China.
Tranquilidad en los bancos
Según planteó la economista Diana Mondino en una charla ofrecida ante el Wilson Center de Estados Unidos el Banco Central “tiene reservas negativas” y eso se debe a que “está usando fondos que tiene en custodia” para cancelar pagos. Entre los fondos que estaría empleando es el de los depósitos de los ahorristas.
“Consideramos que, en caso de aumente la salida de este tipo de depósitos en el corto plazo debido a la incertidumbre electoral, el riesgo se encuentra parcialmente mitigado por la baja exposición a préstamos de sus hojas de balance y la elevada liquidez en dólares que presentan los bancos argentinos”, sostiene Moody’s.
Se estima que el 28% de los depósitos está invertido en instrumentos del BCRA y el 12% en títulos del Tesoro. “Si bien esto les brinda mayores niveles de liquidez, expone la hoja de balance a las condiciones de política monetaria y de financiamiento de la deuda pública”, dice Moody’s.