Resulta evidente la necesidad de establecer un tipo de cambio libre, que se ajuste de acuerdo con las fuerzas de oferta y demanda

Por Luis Zubizarreta (*)

Es bien sabido que uno de los principales factores detrás de las recurrentes crisis económicas en Argentina es la constante escasez de dólares que se agrava en años de sequía o por el incremento en las importaciones ante un tipo de cambio artificialmente subvaluado, lo cual ha provocado una serie de shocks económicos que impactan profundamente el estándar de vida de la población.

Ante este escenario, resulta evidente la necesidad de establecer un tipo de cambio libre, que se ajuste de acuerdo con las fuerzas de oferta y demanda, como sucede en la mayoría de los países del mundo. Sin embargo, esto no es suficiente.

Argentina debe también desarrollar las condiciones necesarias para aprovechar al máximo sus abundantes recursos naturales y humanos, aumentando significativamente sus exportaciones y diversificando su matriz productiva.

La energía y la minería son sectores con un gran potencial de expansión en términos de exportación. Para que puedan atraer las inversiones necesarias, es fundamental garantizar un marco regulatorio claro, estable y duradero, que genere la confianza indispensable para su desarrollo a largo plazo.

Asimismo, el sector agroindustrial, motor de la economía argentina, tiene un enorme potencial de crecimiento no solo en volúmenes, sino especialmente en el agregado de valor a la producción agrícola y ganadera. Esto permitiría obtener mejores precios y, lo que es más importante, generaría empleo de calidad.

El desafío es pasar de ser “el granero del mundo” a convertirse en su “supermercado”, exportando productos más cercanos al consumidor final.

En este sentido, el acuerdo entre la UE y el Mercosur representa una oportunidad para eliminar barreras que dificultan el agregado de valor en nuestras exportaciones.

Sin embargo, es necesario complementarlo con una estrategia agroindustrial sólida que nos permita acceder a los mercados internacionales con productos más sofisticados, diversificados y menos expuestos a la volatilidad de precios.

La tendencia mundial hacia productos sustentables representa otra gran. Nuestro país cuenta con condiciones óptimas para satisfacer esta demanda, ofreciendo trazabilidad en su producción y explorando nuevos cultivos de baja huella de carbono, como la camelina o la carinata, los cuales poseen un mercado en crecimiento en la industria de biocombustibles para aviación.

Para aprovechar este potencial, es crucial una nueva ley de biocombustibles que fomente la competencia en el mercado interno, incentivando la inversión en este sector.

La competitividad es una palabra clave si queremos consolidarnos como un país exportador de mayor valor agregado.

Para ello, es necesario un sistema impositivo equilibrado y equitativo que incentive la industrialización local, compensando los subsidios en el destino y además debemos lograr una logística eficiente.

El desarrollo de un sistema ferroviario competitivo resulta crucial, al igual que el aprovechamiento del sistema fluvial para el transporte interno, reduciendo los altos costos del cabotaje. Además, es clave incrementar la profundidad de la Hidrovía, a través de una concesión bien estructurada.  Afortunadamente, el gobierno ya está trabajando en estos temas.

Es importante destacar que Argentina cuenta con un sistema portuario del primer mundo, producto de las importantes inversiones privadas de los últimos 35 años, incentivadas por la ley de puertos.

Este es un aspecto clave que facilita la exportación y constituye una base sólida para el desarrollo de una economía más abierta y diversificada.

Con un enfoque integral que abarque la mejora del marco regulatorio, la infraestructura y la competitividad, Argentina tiene el potencial de superar sus dificultades estructurales y avanzar hacia un futuro con mayor crecimiento económico, desarrollo y estabilidad.

(*) Presidente de la Cámara de Puertos Privados Comerciales (CPPC).

La Nueva.

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