Cuál es el camino que podría trazarse para que el bloque esté a la altura de una compleja globalización; algunas propuestas para comenzar a trabajar en este sentido
El Mercosur sigue estando en una situación de insuficiente credibilidad. Ello afecta su eficacia como ámbito institucional para el necesario trabajo conjunto de los países de la región sudamericana. Recientemente, en una entrevista publicada en la na
cion, Roberto Bouzas –reconocido como uno de los mejores especialistas en relaciones comerciales internacionales de nuestro país– hizo una definición contundente sobre el estado de situación actual del Mercosur. Cuando se le preguntó sobre cómo estaba el Mercosur dijo: “Deslucido completamente, es un proceso que lleva 20 año de parálisis”. Es una opinión que quizás coincide con la de muchos otros especialistas de los países miembros del Mercosur.
Desde sus orígenes, la participación activa de las dos mayores economías de la región sudamericana (Argentina y Brasil) ha sido considerada un factor central para la credibilidad del Mercosur, especialmente a la hora de definir sus estrategias de inserción internacional y, muy en particular, de negociaciones comerciales con otros países.
El hecho de que la vocación de acción conjunta de ambos países parecería haberse diluido –al menos en los últimos meses– podría ser un factor que pueda disminuir el potencial del Mercosur como un protagonista relevante de las relaciones comerciales internacionales en la región.
Rejuvenecer el Mercosur no requeriría solo modificar la sustancia de sus instrumentos jurídicos y de sus mecanismos institucionales. Pero sí podría requerir mucha imaginación y capacidad para concertar esfuerzos entre los socios, a fin de adaptar sus reglas y métodos de trabajo conjunto a las nuevas realidades globales y regionales.
Tres líneas de trabajo
Sin perjuicio de otros, al menos tres frentes del trabajo conjunto podrían demandar una atención especial de los respectivos gobiernos y de sus instituciones empresarias, e incluso sindicales.
Uno es el de la capacidad necesaria para tener un buen diagnóstico sobre las reformas que se requieren en los métodos de trabajo que utiliza el Mercosur a fin de elaborar decisiones que puedan ser efectivas (que penetren en la realidad) y eficaces (que produzcan los efectos que se procuran obtener).
Un segundo frente se relaciona con los procedimientos que permitieran lograr un razonable equilibrio entre el objetivo de reglas que puedan ser flexibles, con la necesidad de obtener una suficiente dosis de seguridad jurídica en el trabajo conjunto entre los socios.
Y el tercero es el de las acciones que pudieran ser necesarias, a fin de contar en la Secretaría del Mercosur con un grado de organización que le permita cumplir con la función de preparación técnica de decisiones, que reflejen una real concertación de intereses y de esfuerzos entre los socios. Es quizás este último un frente de trabajo que debería tener un alcance prioritario en la agenda de trabajo futuro del Mercosur.
En los próximos meses, un Mercosur que aspire a ser creíble, requerirá además impulsar iniciativas orientadas a concretar y a sacar provecho de lo que finalmente resulte de las postergadas negociaciones de su asociación con la Unión Europea.
Una prioridad especial debería tener para el Mercosur su agenda de relacionamiento comercial preferencial, especialmente con los países de otras dos regiones con creciente importancia relativa en el desarrollo futuro del comercio internacional, como son las del Asia y África.●