La institución que agrupa a las empresas argentinas que actúan frente a las autoridades como representantes de la totalidad de buques internacionales que ingresan en el sistema, habían realizado un pedido de reunión reclamando la inaplicabilidad de los términos de la comunicación “A” 7746, advirtiendo, además, las serias consecuencias que la norma acarrearía al comercio internacional -encareciendo el comercio- y, en definitiva, a la economía argentina y al empleo.
Más complejo
No obstante, a horas de comenzar la reunión, el micrositio de la AFIP advertía a los operadores de otro inconveniente por demás complejo: los servicios S02 (Fletes) aparecían alcanzados por el Sirase (Sistema de Importaciones de la República Argentina y Pagos de Servicios al Exterior). Hasta el momento, sólo el S04 (otros servicios de transporte) estaba incluido, lo cual también resulta un problema marcado por el Centro de Navegación anteriormente en varias cartas al BCRA, ya que todo forma parte del flete internacional cobrado sin IVA a la carga.
Este condicionante -que al cierre de esta edición apareció sin norma o resolución por parte de la AFIP que lo sustente o convalide- arroja todavía más incertidumbre a todo el comercio exterior, habida cuenta de que ahora se no sólo un parking de 90 días por parte del Banco Central para pagar los fletes, sino también un limbo de 60 días por parte de la AFIP/Secretaría de Comercio para aprobar el pago de servicios al exterior.
De tal manera, mientras la reunión del Centro de Navegación con el Banco Central buscaba que el sentido común se impusiera en la negociación, se toparon con un segundo sinsentido en agenda, como el pedido de autorización para el giro de divisas por pago de fletes (S02) impuesto por la AFIP.
Sin atenuantes
Pero la realidad se impone sin atenuantes: el shipping se mueve bajo las cláusulas de un contrato de transporte, no de una importación de servicios. En la Argentina, además, el transporte marítimo no es plausible de ser objeto de una “sustitución de importaciones”, por cuanto no existe una marina mercante de bandera. Reactivar en el corto plazo esta realidad, y enarbolar la bandera argentina para resolver el comercio exterior que realizan los más de 4500 barcos que ingresan en el sistema es pensamiento mágico.
Por otro lado, el transporte marítimo arbitra sus decisiones en centros comerciales distantes y, hasta desaprensivos de la realidad argentina, que van desde Hong Kong, Taipei y Shanghai, pasando por Singapur y Seúl, hasta Ginebra, París, Hamburgo y Copenhague. Resulta entre imprudente e incomprensible exportarle a esas matrices un problema de la coyuntura económica argentina y, además, pedirles que la resuelvan. Más aun, teniendo en cuenta que la Argentina toda no llega a representar siquiera un 0,5% del tráfico mundial de contenedores.
“Comprendemos la situación de la falta de dólares”, indicaron desde el Centro de Navegación, “pero lo que subrayamos es que comprendan las consecuencias de esta medida, que va a generar el efecto contrario, e incluso agravado” al buscado.
Otro laberinto
Este “delay” cambiario encarece las importaciones y exportaciones argentinas, que deberán buscar la manera de cancelar con dólares el flete. Pero si los importadores acceden al dólar financiero (MEP) para pagar el flete, después quedarían imposibilitados de acceder al dólar oficial (MULC), necesario para cancelar sus productos. Otro laberinto donde la única salida será modificar los incoterms, y que la contraparte pague el flete en el exterior. De esta manera, el flete estará garantizado en plazas sin cepos, y el BCRA nuevamente tendrá que habilitar dichos dólares a los importadores en lugar de a los agentes marítimos, pero a costo más elevado.
Dicho de otra manera, empujar el pago del flete fuera del país, genera como resultado un balance del BCRA “nulo”, ya que la variable “flete internacional” se denomina y paga en dólares y en los tiempos que el mercado mundial dictamina, y en las plazas que considera viables.
Pero, además, el 83% de lo que importa la Argentina son bienes de capital, insumos y bienes intermedios para la industria nacional. Es decir, la medida perjudica a la producción nacional y a las exportaciones, poniendo en riesgo miles de puestos de trabajo y el ingreso de divisas que el propio BCRA dice querer proteger con esta medida, que, en definitiva, terminará alentando una parálisis de la economía toda.
Son las consecuencias que asume una administración que se niega a devaluar e impone un cepo, pretendiendo ignorar la brecha cambiaria de más del 115% existente entre el tipo de cambio oficial y real del dólar.
Creer que el comercio exterior puede ser la variable de ajuste de la política cambiaria es una idea tozuda que lleva a comportamientos fanáticos que niega hasta la más simple lógica matemática de los conjuntos y pretende desacoplar la intersección que es el comercio exterior entre el desarrollo de la economía argentina y el mundo.
Opciones
¿Qué queda entonces? El mercado de los fletes internacionales bajó ya un 70% respecto de 2022, demostrando una feroz competencia. Tal vez alguna línea marítima acepte financiar por 90 días esos fletes, absorbiendo el riesgo cambiario y la inflación, pero de seguro, ninguna línea operará a pérdida en el mediano plazo o aceptará nuevas reglas que no respeten las cuestiones más básicas del shipping, como ser el pago de sus fletes en moneda dura, lo que inexorablemente transformará el escenario actual por el de pago de fletes en el exterior, con el consecuente extra costo que ello significará para exportadores e importadores argentinos.
La alternativa de tomar pesos “como pago a cuenta”, y dejar abierta la posibilidad de un ajuste a los 90 días, sería decirles a las pymes argentinas que dejen un cheque en blanco y asuman un costo todavía mayor: que financien la política cambiaria del gobierno. Ya sería demasiado.
La Argentina está a pasos de convertirse de hecho en “puerto sucio”, es decir, una plaza que no paga en origen sus fletes al exterior, tal y como el sistema está globalmente estandarizado. Es decir, como Venezuela.
Nuevo petitorio
Al cierre de esta edición, el Centro de Navegación dirigió una nueva nota al BCRA, a los ministerios de Economía y Transporte, a la Secretaría de Comercio, la Dirección General de Aduanas y la Subsecretaría de Puertos en pedido de un “acto administrativo que modifique la Com. “A” 7746 BCRA, y excluyendo asimismo a los servicios de transporte (S02 y S04) del SIRASE y de cualquier otra restricción, permitiendo a las agencias marítimas efectuar libremente las remesas correspondientes a los pagos de los fletes y servicios facturados por cuenta y orden de los Armadores, de
conformidad con la normativa cambiara aplicable, sin que las mismas queden supeditadas al previo y obligatorio cumplimiento de plazo o condición algunos”.
“Solicitamos esta medida con espíritu patriótico, a fin de garantizar el normal flujo del comercio exterior argentino, evitando el riesgo de desabastecimiento en plaza y la pérdida de producción nacional, empleo y divisas para todos los argentinos”, concluyeron.
A última hora del viernes 5 de mayo, día en que los banco se atuvieron a lo que informaba el micrositio de la AFIP (que incluía al S02 dentro del Sirase) circuló por whatsapp una captura de pantalla de lo que parecería ser un correo electrónico firmado por Oscar Marchelletta, gerente de Exterior y Cambios del BCRA, probablemente dirigido a los bancos, donde señala: “Ante las consultas recibidas, ratificamos que la normativa cambiaria no contempla la presentación de una Sirase en estado Aprobada como un requisito para el acceso al mercado de cambios para realizar pagos por los conceptos “S02. Servicios de fletes”.
“Por lo tanto -continúa- en la medida que se cumplan los requisitos normativos aplicables en cada caso, las entidades podrán dar curso a los pagos por los mencionados conceptos cuando el cliente no presente la mencionada declaración”.
Al cierre de esta edición, la página del Banco Central no informaba nada al respecto.
Emiliano Galli (Trade News)