El desafío que tiene por delante el ministro de Economía, Sergio Massa, es mayúsculo. Encontrar financiamiento para ese hueco parece una cuestión de difícil resolución, si no imposible. Según estimaciones de la consultora Balanz, este año la Argentina va a contar con solo u$s71.997 millones por ventas al exterior. Son unos u$s20.000 millones menos que en 2022. De eso, hay que descontar u$s9.218 millones de importaciones de energía; u$s4.166 millones de pagos de servicios; otros u$s5.000 millones que se van a ir por argentinos que viajarán al exterior y u$s6,899 millones de pagos de intereses.
Según los cálculos de Balanz, la cantidad de dinero disponible para pagar compras de bienes del exterior equivale al 8% del Producto Bruto Interno (PBI), cuando en general, en promedio, las importaciones representan el 10% del PBI. Eso implica que habría que hacer un ajuste equivalente a u$s10.319 millones.
Pero hay un problema adicional que deriva de la política de Sergio Massa de tratar de patear para adelante los problemas. En octubre del año pasado, el Gobierno cambió el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) por el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA). En ese momento, se profundizó la política de demorar pagos al exterior por las importaciones. Así como fruto de las nuevas SIRA, quedaron pendientes de pago u$s5.420 millones de importaciones del año pasado. De ese modo, Balanz plantea que el ajuste de importaciones que habría que hacer es de u$s15.743 millones. O, dicho de otro modo, es el dinero que le está faltando a Massa este año.
Freno a las importaciones y expectativa por el dólar agro
En ese sentido, la consultora Invecq señala en su último reporte que “el frente cambiario está al límite producto de una oferta de divisas que sufre una contracción sustancial”. Y agrega: “En ausencia de un ingreso considerable de divisas vía cuenta financiera (le asignamos una muy baja probabilidad de ocurrencia) e independientemente de los artilugios cambiarios a los que pueda recurrir el Gobierno, las importaciones continuarán como válvula de ajuste. Esto tendrá su correlato en la actividad económica”, agrega Invecq.
Solo a modo de ejemplo, tras la implementación del SIRA la demanda de divisas por importaciones de bienes (base caja) acumuladas desde octubre a febrero fue 30% menor a la de los 5 meses previos. Si bien las importaciones suelen ser estacionalmente menores a comienzos de año, las de octubre-febrero 2021/22 fueron un 14% superiores a las de los últimos 5 meses. “Justamente, para apuntalar la oferta y evitar una contracción aun mayor de las importaciones, el Gobierno recurrirá al dólar agro“, señala el reporte privado.
No es casual que desde sectores del Palacio de Hacienda se espera que las nuevas medidas de Massa permitan reunir u$s15.000 millones, aunque eso suena bastante optimista.
Por lo pronto, este jueves el BCRA informó que compró u$s332 millones en el mercado de cambios y que “en la jornada se observó el ingreso de fondos a través del Programa de Fomento de Exportaciones por u$s573,9 millones, acumulando u$s668 millones en esta tercera etapa”.
Por qué el dólar agro no lo soluciona todo
A diferencia de las primeras versiones de dólar soja, en la que había considerables cantidades de granos en silobolsas por negociar, ahora no es así. El efecto de la sequía desgastó también la capacidad de reservas que tiene el campo, lo que implica que en todo caso, el Gobierno va a contar con los granos de la presente campaña, que de por sí vienen muy mal.
Por otro lado, el Palacio de Hacienda informó, junto al paquete de medidas se anunció, que hay pendientes de liquidación unos u$s3.700 millones de exportadores agropecuarios que no ingresaron las divisas al país en los plazos que estipulan las regulaciones. Según dejó trascender la Aduana, son unos 100 operadores.
Analistas del mercado granario relativizaron la cantidad de dólares que podría aspirar a conseguir Massa por esa vía. Comentan que ese monto de dinero es equivalente a 8 millones de toneladas de granos de soja. Es imposible que al Estado se le haya podido escapar semejante movimiento sin detectar que no se pagó. Por lo tanto, algunos aducen que se trata de las internas con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, a quien el kirchnerismo pretende sacarle del cargo.