La peor crisis alimentaria mundial en una década fue uno de los principales temas debatidos en la duodécima reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) el mes pasado, según un artículo publicado en el blog del Banco Mundial bajo la autoría de Mari Elka Pangestu y Axel Van Trotsenburg.

Los autores señalan que esta crisis se ve agravada por el creciente número de países que están prohibiendo o restringiendo las exportaciones de trigo y de otros productos básicos, en un intento equivocado de frenar el alza de los precios internos.

Refieren que el precio del trigo, un producto básico clave en muchos países en desarrollo, ha subido un 34% desde la invasión de Rusia a Ucrania a fines de febrero y los precios de otros alimentos también han aumentado.

Apuntan que en respuesta, a principios de junio, 34 países habían impuesto restricciones a las exportaciones de alimentos y fertilizantes, cifra que se aproximaba a los 36 países que utilizaron dichos controles durante la crisis alimentaria de 2008-2012.

Indican que estas medidas son contraproducentes porque reducen el suministro mundial, haciendo que los precios de los alimentos suban aún más. Otros países responden imponiendo sus propias restricciones, provocando un ciclo creciente de acciones comerciales que tienen un efecto multiplicador en los precios.

Explican que las medidas para limitar las exportaciones tuvieron un efecto significativo en los precios de los alimentos en la crisis de 2008, empeorando la situación.

La publicación indica que esta vez, la guerra en Ucrania está acelerando un alza de precios que comenzó antes como resultado de condiciones meteorológicas desfavorables en los principales países productores, la rápida recuperación económica después del desplome provocado por la COVID-19 y los crecientes costos de la energía y los fertilizantes.

«La guerra ha alterado gravemente los envíos de Ucrania, uno de los mayores proveedores de alimentos del mundo.  El país también es un importante abastecedor de maíz, cebada y semillas de girasol, que se utilizan para fabricar aceite de cocina, productos que no pueden llegar a los mercados mundiales porque los puertos de Ucrania están bloqueados», analizan los autores indicando que las restricciones a las exportaciones no son las únicas medidas comerciales que los Gobiernos están adoptando en respuesta al alza de los precios.

Sostienen que algunos países están reduciendo los aranceles o eliminando las restricciones a las importaciones. Chile, por ejemplo, aumentó los descuentos en los derechos de aduana del trigo. «Normalmente, se recibiría con agrado la reducción permanente de las restricciones a las importaciones. Sin embargo, en una crisis, las reducciones temporales de las restricciones a las importaciones presionan al alza los precios de los alimentos al impulsar la demanda, al igual que las restricciones a las exportaciones al disminuir la oferta», afirman.

Afectados

El artículo expone que entre los más afectados por las restricciones comerciales (PDF, en inglés) se encuentran las economías en desarrollo de África, Asia, América Latina y Oriente Medio. Bangladesh importa el 41% del trigo que consume de la región del mar Negro. En el caso de la República del Congo, la cifra es del 67%, y del 86% en el caso del Líbano.

Refiere que dada la magnitud de la dependencia, es probable que las personas de estos países se vean afectadas de manera inmediata, ya que no se dispondrá de proveedores alternativos en el corto plazo. «El aumento de los precios acabará por incentivar a los principales exportadores agrícolas a ampliar su producción y sustituir parte de las exportaciones de la región del mar Negro, pero eso llevará tiempo», puntualizan.

Fuente: Listin Diario.

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