Es el equivalente a dos complejos sojeros. Según el trabajo del think tank Fundar, el sector hidrocarburífero podría eliminar la restricción externa, dado que no hay otro con esa potencialidad en las exportaciones
El sector hidrocarburífero argentino, dado los recursos no convencionales de Vaca Muerta, podría “eliminar, o al menos morigerar” la restricción externa, dado que “no existe otro sector de la economía con la potencialidad de expandir las exportaciones” como el de petróleo y gas. Con desarrollar Vaca Muerta a la mitad de su capacidad, las exportaciones podrían sumar u$s 33 mil millones anuales durante los próximos 50 años, “dos complejos sojeros”.
Potencial
Por los recursos en Vaca Muerta, Argentina se encuentra en el segundo lugar en el mundo en reservas no convencionales en gas natural, y en el cuarto en el caso del petróleo. En shale gas, el país tiene recursos para dos siglos de consumo interno, y en sale oil, para un siglo, solo con la formación neuquina, según los datos del informe de Arceo, Bersten y Wainer.
El impacto que tiene esta magnitud de recursos a nivel sectorial significa quebrar “la dicotomía entre abastecimiento del mercado local y externo que caracterizó al sector desde su constitución en las primeras décadas del siglo pasado”.
Sin embargo, el impacto trasciende lo sectorial y pasa a ser macroeconómico, y de hecho el trabajo asegura que “el vínculo entre la restricción externa y el sector energético es mas estrecho de lo que la literatura tradicional subrayó”. Como ejemplo, el informe publicado por Fundar analiza que el deterioro del balance comercial energético comienza a agudizarse en 2011, y como consecuencia de ese creciente déficit, “se fue agudizando progresivamente” la restricción externa, que alcanzó un déficit energético de u$s 6.902 millones en 2013. “Si bien la histórica vulnerabilidad externa que suele presentar la economía argentina excede ampliamente el intercambio comercial energético, sin dudas el déficit incurrido en este sector ha sido un factor central”, dice el trabajo.
Por el contrario, por la magnitud y características de los recursos no convencionales, el desarrollo del sector podría “eliminar, o al menos, morigerar la restricción externa”. El trabajo analiza tres posibles escenarios acerca de la expansión que podría darse en la producción de Vaca Muerta y en los volúmenes de exportación. Con el desarrollo de un 25% de los recursos, podrían sumarse u$s 16.866 millones en exportaciones cada año, por el próximo medio siglo. En el caso de desarrollarse el 50% de los recursos, el dato asciende a u$s 33.731 millones anuales, en tanto que trepa a u$s 50.597 millones anuales si se desarrollara el 75% de los recursos. A modo de comparación con el agro: “La potencialidad de la producción hidrocarburífera permitiría consolidar una nueva plataforma de exportación similar a dos complejos sojeros”, analiza el trabajo.
Para alcanzar el incremento de las exportaciones, existen diferencias entre petróleo y gas. El trabajo detalla que la suba podría darse en el corto plazo en el caso del crudo dado que se cuenta con la infraestructura, aunque se requieren inversiones para garantizar “plena operatividad”. Si bien asegura que el desarrollo de la producción no convencional “no podría explicarse sin el rol” de YPF tras su reestatización en 2012, el informe considera que el desarrollo masivo en los niveles de producción necesita también de un incremento “sustantivo” de la inversión privada.
Para aumentar las exportaciones de gas, ahí si se necesita un “significativo desarrollo de infraestructura”, en la red de gasoductos y en terminales licuefactoras de exportación. Este jueves, el presidente Alberto Fernández visitará la operación de YPF en Neuquén para dar comienzo a la construcción del gasoducto Néstor Kirchner.
Acerca de la demanda que podría tener Vaca Muerta en los mercados internacionales, en un contexto de necesaria transición energética debido al cambio climático, el informe analiza que esta transición será un desafío, pero a la vez una oportunidad. Un desafío porque deberá aumentarse la producción en los próximos años, dado que habrá un “abandono progresivo” de los combustibles fósiles a lo largo del siglo. Pero a la vez una oportunidad porque el desplazamiento del carbón en la transición energética implicará una mayor demanda de gas natural, que es un 40% menos contaminante, por lo que “será utilizado como combustible de transición”.
Fuente: Ámbito