La eficiencia en los pasos fronterizos es un factor crucial para la competitividad regional, donde la digitalización y la coordinación entre países determinan el ritmo y costo del comercio

Los pasos fronterizos son piezas clave en la logística del comercio internacional en Argentina y la región, pero su situación actual es alarmante. Infraestructura deficiente, digitalización inexistente y escasa coordinación entre los países son obstáculos que afectan directamente a la competitividad. En un entorno global donde la velocidad y la eficiencia son esenciales, estos déficits generan pérdidas económicas para transportistas, empresas y consumidores finales.

Ejemplos como el paso de Uspallata entre Argentina y Chile evidencian esta problemática. Allí, agentes aduaneros trabajan en contenedores improvisados, los camiones enfrentan caminos deteriorados y los trámites siguen dependiendo de sellos y documentos en papel.

Además, las condiciones climáticas de este cruce suelen paralizar el tráfico, como ocurrió el año pasado cuando permaneció cerrado durante 67 días. Estas interrupciones no solo generan pérdidas económicas, sino que también afectan la confianza en la cadena de suministro.

En paralelo, otros cruces como Paso de los Libres – Uruguayana (Argentina-Brasil) o Gualeguaychú – Fray Bentos (Argentina-Uruguay) comparten los mismos problemas, lo que retrasa las operaciones y encarece los costos para todas las partes involucradas.

Mientras tanto, el paso Santo Tomé – Sao Borja, un caso positivo de gestión concesionada, demuestra que una mejor organización puede facilitar el flujo comercial y reducir los tiempos de espera.

La deuda digital

A los problemas de infraestructura se suma un rezago significativo en la digitalización de los trámites fronterizos. En la mayoría de los pasos, los transportistas deben presentar documentación en papel y realizar validaciones manuales en cada punto del cruce. Este proceso, ineficiente y repetitivo, genera largas esperas. En Uspallata, por ejemplo, los transportistas deben detenerse en múltiples puntos para cumplir con los requisitos de ambos países, lo que extiende innecesariamente los tiempos de tránsito.

Esta falta de modernización no solo retrasa el comercio, sino que también aumenta los costos operativos. Los transportistas deben prever demoras que encarecen las tarifas y afectan la planificación logística. En un mercado globalizado, donde los tiempos de entrega son fundamentales, la falta de sistemas digitales unificados coloca a Sudamérica en una posición de desventaja frente a otras regiones del mundo.

Coordinación y posibles soluciones

La solución a estos problemas requiere un enfoque integral que aborde tanto las deficiencias de infraestructura como la necesidad de modernización digital. Una alternativa viable sería implementar un modelo de gestión público-privada para los pasos fronterizos, donde las concesiones permitan financiar mejoras en caminos, instalaciones y servicios. Aunque esto implique el pago de peajes, los beneficios en términos de eficiencia justificarían ampliamente la inversión.

Asimismo, es fundamental mejorar la coordinación entre los países de la región. Los comités interdisciplinarios que actualmente discuten estas problemáticas deben acelerar sus avances para estandarizar procedimientos y facilitar el flujo comercial. La experiencia del paso Sao Borja, donde una concesión asegura un flujo más rápido y ordenado, demuestra que este modelo puede replicarse en otros puntos críticos.

La importancia de planificar el futuro

Finalmente, diversificar las rutas fronterizas es una medida necesaria para descongestionar los pasos principales y garantizar opciones viables ante cierres imprevistos. El desarrollo de cruces alternativos, como el paso Pehuenche entre Argentina y Chile, podría ofrecer soluciones más accesibles y menos propensas a interrupciones. Además, la integración de bitrenes barcazas, complementaría las capacidades actuales, optimizando la logística regional.

Por todo lo mencionado, se puede concluir que el estado actual de los pasos fronterizos refleja una combinación de problemas físicos, tecnológicos y de coordinación que afectan directamente al comercio internacional. Abordar estas cuestiones no solo permitiría mejorar la competitividad regional, sino que también beneficiaría a toda la cadena logística y a los consumidores finales, sentando las bases para un desarrollo económico más integrado y eficiente.

Por Antonio Herrera (Movant)

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