Argentina tiene una muy baja participación en el comercio mundial y no puede seguir dependiendo de la producción agropecuaria. Nuestras exportaciones tienen que diversificarse. La conquista de nuevos mercados debe ser un objetivo
La balanza comercial argentina cerró 2023 con un déficit de casi U$S 7 mil millones, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Eso quiere decir que las importaciones superaron a las exportaciones, una ecuación que resulta perjudicial para nuestra economía.
La primera explicación que surge para dar cuenta de ese desbalance es la fuerte sequía que padecimos el año pasado y que afectó con fuerza la producción agropecuaria. Esa perspectiva se respalda en números muy elocuentes: las exportaciones de 2023 cayeron, globalmente, casi un 25%, pero las ventas de cereales se redujeron el 44% y las de aceites, el 36%.
Hay expectativa de que el cuadro general se revierta durante este año. El cambio de la tendencia se computó en diciembre pasado, cuando las exportaciones superaron a las importaciones. El nuevo valor del dólar oficial tras la devaluación implementada por las nuevas autoridades podría ser el motivo que llevó a más exportadores a acelerar sus ventas y a algunos importadores, a reducir sus compras. Otro elemento para pensar que el desbalance de 2023 podría haber sido peor.
Para 2024, se espera una muy buena cosecha de soja y de maíz, y un aumento en la producción de trigo. Además, la producción energética de Vaca Muerta impactaría en el sistema. Por todo ello, la expectativa es que este año culmine con un superávit comercial cercano a los U$S 15 mil millones.
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A propósito, durante 2023, los derechos de exportación que recaudó el Estado apenas si se incrementaron un 88% nominales respecto del año anterior. Si se descuenta la inflación, que fue casi del 200%, es obvio que también al Estado se le disminuyó el poder adquisitivo de sus ingresos.
Una clave para resolver nuestros problemas económicos es, más allá de la lucha contra el déficit fiscal y la inflación, cómo aumentar los ingresos del país. Argentina tiene una muy baja participación en el comercio mundial y no puede seguir dependiendo de la producción agropecuaria. Nuestras exportaciones tienen que diversificarse y ampliarse. La conquista de nuevos mercados debe ser un objetivo.
Para hacerlo realidad, la política en su conjunto deberá consensuar la estrategia más razonable en diálogo con los empresarios.
Fuente: La Voz