En un solo ejercicio fiscal, se cubrió el gasto y se repagó al menos una vez. Este año se ahorrarán US$ 4 mil millones en importaciones.
Es casi una metáfora argentina. Y más que una anécdota sobre la política energética nacional, el desarrollo del sector Oil / Gas o la evolución de la obra pública. Es una muestra de la crisis del país de los últimos años y de la falta de altura en las circunstancias de su clase política. Y de cómo “la grieta” retrasa el desarrollo argentino.
A algo más de un año de su inauguración, esta semana se conocieron dos noticias sobre el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, la megaobra de tuberías que transporta gas natural desde el yacimiento petrolífero Vaca Muerta y la ciudad bonaerense de Salliqueló. La primera, es que el gobierno de Javier Milei estudia seriamente cambiarle el nombre. La intención es quitar al expresidente y reemplazarlo por alguna de estas dos opciones: Julio Argentino Roca o el biólogo Francisco “Perito” Moreno. Para algunos libertarios, la opción debería ser la primera; así, de paso, se reivindica una figura algo odiada por el kirchnerismo. Si hay venganza, que sea total. Otros dirigentes, más políticos, consideran que el nuevo nombre debería ser el del explorador, coleccionista y político argentino, hombre de la generación del 80. Como Roca. Afirman los que defienden esta opción en la Casa Rosada, que en el futuro sería más difícil para una eventual nueva era kirchnerista reemplazar el nombre de Moreno que el de Roca.
Cuestiones marginales. La segunda noticia es algo más relevante para las cuentas públicas. Según datos de la industria del sector, gracias a la operatividad del gasoducto, el país se ahorrará este año unos 4 mil millones de dólares en importación de combustibles, en comparación con lo sucedido en la gestión 2023. Se menciona incluso que con los primeros embarques del combustible al exterior, los ingresos podrían ubicarse entre los 2 mil millones de dólares. Y alcanzar los 5 mil millones en el 2025, ya sin necesidad además de pensar en importaciones. El trayecto ascendente para los próximos cinco años ubicaría la cifra de exportaciones en unos US$ 20 mil millones. Esto implica que el gasoducto está ya generando divisas. Si se tiene en cuenta además que el costo de la megaobra fue de 2.700 millones de dólares totales, con unos 800 millones para cubrir la primera etapa, esto implica que en sólo un ejercicio fiscal el gasto generado no sólo se cubrió, sino que se repagó, al menos una vez.
El cálculo se vuelve más notable si se tiene en cuenta que el gasoducto es una obra que inicialmente estaba programada, y con posibilidades ciertas de ser concretada, desde el 2014. Hace 10 años entonces que el Gasoducto podría haber estado construido. Para ese año Vaca Muerta aún no estaba desarrollada, y hubiera sido una obra de anticipación poco común en el país haberse adelantado con semejante astucia. El yacimiento sí estaba en condiciones de producir el suficiente gas como para abastecer la demanda interna del combustible y con posibilidades ciertas de exportación desde el 2019. Salvando el complicado 2020, el Gasoducto hubiera permitido el ahorro de energía por unos US$ 4 mil millones anuales durante cuatro años y generando exportaciones anuales por unos US$ 5 mil millones. Incluso, si hubiera estado activo en febrero del 2022, cuando Vladimir Putin dio la orden de invasión a Ucrania, ese monto podría haber llegado a los 7 mil millones de dólares. Sumando dólares de manera simple, y en un cálculo conservador, la cifra llega a entre 35 mil o 39 mil millones de dólares. Con este monto, probablemente, Mauricio Macri hubiera podido encarar la crisis de pago de deuda del 2019, y si bien debería haber recurrido al Fondo Monetario Internacional, no hubiera necesitado que el préstamo total por el stand by firmado con el organismo llegue a los US$ 44.800 millones. Mucho menos debería haber traído nuevamente al cepo a la historia financiera del país al final de su mandato, luego de la corrida por unos US$ 6 mil millones (financiada con los dólares del crédito del Fondo) que operó en el sistema financiero argentino entre abril y agosto de 2019, en medio de las elecciones presidenciales de ese año.
Seguramente la reestructuración de la deuda que llevó adelante Martín Guzmán entre agosto y octubre del 2020 como primer ministro de Economía de Alberto Fernández podría haber sido menos dura para los acreedores; y el Valor Presente Neto (VPN) de los bonos renegociados podría haber navegado, quizá, por arriba del 54,8% de porcentaje de lanzamiento. Quizá en el 2021 la crisis entre Guzmán y el kirchnerismo por el volumen de eliminación de subsidios a las tarifas de luz, gas y aguas podría haber sido más negociado. Probablemente la negociación con el FMI para un Facilidades Extendidas firmado en marzo del 2022, y que llevó a la posterior renuncia de Guzmán y al final de la relación entre el albertismo y el kirchnerismo, podría haber alcanzado otro nivel ante las posibilidades más firmes de repago por parte de la Argentina. Ya con Sergio Massa como ministro de Economía y candidato por el entonces oficialismo, el ingreso de divisas por parte del gasoducto y la posibilidad de no gastar divisas en importación de energía, podrían haber ayudado a solventar con menos dureza la histórica sequía del primer semestre del 2023, la que según se coincide le costó al país exportaciones por unos US$ 9 mil millones. Ese dinero, es casi el cálculo exacto entre las posibilidades ciertas de venta de gas natural al exterior y el ahorro por la importación de ese combustible.
Ya en el 2024, si el gasoducto hubiera estado 100% en funcionamiento, la generación de divisas superaría los 10 mil millones; con lo que Javier Milei podría haber implementado un ajuste de 15 mil millones de dólares, con el mismo resultado planificado: llevar el déficit de 3% del PBI del 2023 al 2,1% de superávit primario en este mismo ejercicio. Quizá, eventualmente, si el gasoducto se hubiera construido sólo dos años antes (algo que era absolutamente posible), este año no habría sido necesario, por ejemplo, el ajuste en el presupuesto universitario, no se hubiera suspendido el 100% de la obra pública y los jubilados no habrían perdido por goleada contra la inflación. Todo esto hubiera sido posible con que la clase política argentina se hubiera puesto de acuerdo, y accedido a ejecutar la obra de traslado del gas de Vaca Muerta a la provincia de Buenos Aires, al mismo tiempo del desarrollo del yacimiento.
Sin embargo, para el kirchnerismo terminal del 2014-2015 era una obra demasiado vinculada a la actividad petrolera privada, priorizando, por ejemplo las represas Kirchner-Cepernic, que serían construidas con la intervención del Estado chino. Obra que, por otro lado, está por ahora suspendida y a un 30% de ejecución. Por su parte, el macrismo versión 2016- 2017 sospechaba que el proyecto estaba demasiado vinculado con el kirchnerismo a partir de una idea algo confusa sobre la evolución de la renacionalización de YPF. Finalmente a fines del 2018 decidió, al ritmo de la enésima crisis energética que vivía el país, acelerar el proyecto y lanzar su concreción en 2018. Corrida financiera del 2019 mediante, el 31 de julio de 2019, antes de dejar la gestión, Macri llamó la obra a licitación. Luego, el 30 de diciembre 2020, el gobierno de Alberto Fernández suspendió esa licitación, por importantes cuestiones políticas. No le gustaba que hubiera sido el macrismo el que firmaba los contratos. Con la pandemia el proceso se suspendió primero, y cajoneó después. El albertismo peleaba internamente por la comprensión de su importancia, mientras que a la vicepresidenta no le gustaban ni los responsables de construirlo ni la manera en que se proyectaba la obra. Finalmente en febrero del 2022, en un año donde se proyectaba la enésima crisis de provisión de gas en los hogares y la importación del combustible amenazaba con bombardear las lánguidas reservas, el proyecto renació.
La primera etapa del Kirchner fue inaugurada el 9 de julio de 2023, extendiéndose por 573 km, desde la localidad de Tratayen en Neuquén hasta la ciudad bonaerense de Salliqueló. La obra fue responsabilidad de una Unión Transitoria de Empresas (UTE) conformada por Techint y Sacde (Grupo Mindlin). Hoy transporta 12 millones de metros cúbicos por día (MM m3/d), mientras que en una segunda etapa con la planta compresora alcanzará los 24 MM m3/d y, en una última etapa con el gasoducto completo en sus dos fases, llegará a los 44 MM m3/d. Con un consumo en el país promedio de 130 MM m3/d, con picos de 200 MM de 3/d.
Terminada la primera etapa hasta Salliqueló, la segunda está programada hasta San Jerónimo, Santa Fe. Recorrerá unos 484 km, con una capacidad de transporte llegará a los 44 MM m3/d. Ambas etapas son responsabilidad de Techint-Sacde. Los privados se enorgullecen. Una obra de estas características, en una primera etapa, demandaría unos 24 meses en ser instalado. Para concretarlo, Tenaris (del grupo Techint) dedicó el 100% de su capacidad productiva de la planta de Valentín Alsina para producir los tubos con costura del GPNK; entre octubre 2022 y abril 2023. Para el rediseño y potenciación de la línea de producción se invirtieron más de 8 millones de dólares e implicó 150 mil horas/hombre.
Carlos Burgueño (NotiAR)