La Argentina insiste con una política proteccionista relacionada con los altos aranceles al ingreso de bienes y restricciones aduaneras; los desacuerdos son evidentes

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PARA LA NACION
Los líderes asisten a la sesión plenaria de la cumbre del bloque comercial Mercosur en Montevideo, Uruguay, el martes 6 de diciembre de 2022
Los líderes asisten a la sesión plenaria de la cumbre del bloque comercial Mercosur en Montevideo, Uruguay, el martes 6 de diciembre de 2022

Se ha desarrollado, en Montevideo, una nueva reunión cumbre del Mercosur, la LXI Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común. En ella, la Argentina ha asumido la presidencia protempore del bloque (que cada semestre rota entre sus 4 miembros), la que ejercerá durante todo el primer semestre de 2023.

El Mercosur (según puede advertirse en esta cumbre, pero también en la sucesión de desencuentros ocurridos en los últimos años) padece una serie de dolencias. Algunas coyunturales y otras estructurales.

Entre ellas aparece un asunto que ha adquirido relevancia en el encuentro de esta semana: Uruguay insiste en su propósito de negociar acuerdos bilaterales con países extra-zona (especialmente en Asia y Oceanía). Los demás socios objetan ese propósito. Aunque esto ocurre después de que Brasil forzó la reducción parcial del arancel externo.

Mientras, el futuro nuevo presidente Lula da Silva hace saber que pretende reimpulsar la negociación del acuerdo interbloque con la Unión Europea, algo que para la Argentina no parece ser muy cómodo. Dicho sea de paso: la Argentina es hoy el miembro del bloque que más obstruye la vigencia del Tratado de Asunción a través de su política cambiaria y de administración del comercio exterior, lo que se constata al leer el artículo 1 de ese pacto, que prescribe la “eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente”.

Mas aun, el referido acuerdo prevé también una coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los estados partes; de comercio exterior, agrícola, industrial, fiscal, monetaria, cambiaria y de capitales, de servicios, aduanera, de transportes y comunicaciones, y otras que se acuerden; a fin de asegurar condiciones adecuadas de competencia entre ellos.

Hay, 30 años después, demasiado pendiente. Como también está en espera el ingreso de Bolivia, estancado sin la aprobación brasileña.

Mientras tanto, las negociaciones con terceros mercados en agenda exhiben diferente grado de maduración (algo menos lentas con Singapur, República Dominicana e Indonesia; algo más complicadas con otros mercados como Corea del Sur o la India).

El estado de situación del bloque es de relativo estancamiento. Confluyen para ello las dificultades (diferencias) para avanzar en las referidas discusiones, las recientes discusiones públicas entre los lideres que impiden la vigencia de una efectiva diplomacia presidencial, y (además) algo sustancial: la inexistencia de una agenda común ante profundas transformaciones que tienen lugar en el planeta por estos días (que incluyen una sustancial modificación tecnológico-productiva y una nueva agenda geopolítica global).

El Mercosur ha sido un gran instrumento histórico para nuestros países (la Argentina exporta hoy a sus socios 9 veces lo que exportaba cuando se puso en vigencia el pacto) pero todo requiere modernizaciones.

Y hoy padece 7 males:

  • Es el bloque de integración que menos comercio internacional con el resto del planeta genera en el mundo (la mitad del promedio mundial)
  • Está conformado por el modelo de dura unión aduanera (que pocos usan en el resto del planeta) que favorece la rigidez y desalienta la competitividad.
  • Se protege detrás de un arancel externo común cuyo nivel más que duplica el promedio mundial
  • No ha logrado preferencias arancelarias para sus productos en el resto del globo (el 70% de todo el comercio mundial, que en este 2022 llega a 29 billones de dólares, ocurre entre mercados que ha reducido a 0% sus aranceles recíprocos, pero 75% de nuestras exportaciones pagan aranceles de ingreso en terceros mercados)
  • No ha avanzado en confluencias regulatorias significativas que conformen alianzas normativas en asuntos no arancelarios para estandarizar la producción y el comercio (más de la mitad de los 355 acuerdos regionales internacionales en el mundo ha avanzado significativamente en estas “nuevas “materias).
  • Padece la reducción de la importancia relativa de los miembros como socios comerciales recíprocos (Brasil, que explicaba 26% del total de exportaciones argentinas a inicios del siglo, hoy lo hace en solo 15%).
  • No ha logrado asumir una estrategia geopolítica común ante las nuevas discusiones internacionales que se generan ante los tres grandes desafíos planetarios del momento (la aceleración de los efectos del cambio climático, los actuales impactos de la pandemia y el agravamiento de tensiones geopolíticas mundiales tras la guerra en Ucrania).

Otra vez la Argentina preside el Mercosur. Y otra vez asistimos a una oportunidad de cierta redefinición virtuosa. Aunque, ahora mismo, si pudiera esperarse algún movimiento de cambio (aun modesto), es más bien probable que éste ocurra a partir de la acción proveniente de alguno de los demás socios.

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