Un estudio del BID sugiere que, sin brecha en la infraestructura digital, la región podría generar ganancias del PIB de entre un 2% y un 17%
Los daños económicos y sociales provocados por una catástrofe biológica (la pandemia de la covid-19) y otra geopolítica en marcha (la guerra entre Rusia y Ucrania), de los cuales nos hablan las estadísticas, se constatan a lo largo de América Latina. Pero también confirman que la integración y el libre comercio, cuando se combinan con las tecnologías digitales, conforman una poderosa dupla económica que ayuda a evitar males mayores, abre oportunidades de desarrollo poliédrico que entusiasma y permite ver con optimismo el futuro de nuestra región.
La pandemia, en la fase más dura, trastocó la vida empresarial y provocó el cierre de los puertos que mueven el comercio mundial. La invasión de Rusia a Ucrania, en febrero pasado, y una guerra prolongada, sumó la primera crisis energética de magnitud del siglo XXI, con todo lo que ello supone. Los datos de la Organización Mundial de Comercio muestran la desaceleración del comercio de mercancías, como consecuencia de una moderación en la demanda de importaciones que refleja la desaceleración de la actividad en las principales economías.
El edificio mundial se tambalea, pero hay pilotes más resistentes que otros, como el de las exportaciones de servicios digitales basados en el conocimiento, que ayudan en su sostenimiento y tiene las condiciones para transformarse en un paradigma de desarrollo eficiente, así como el germen de un círculo virtuoso económico.
Es un fenómeno que involucra a empresas de software, videojuegos, animación, producción de películas, análisis de datos, diseño web o de otros servicios importantes como telemedicina, ingeniería, sismología, arquitectura. Las posibilidades son infinitas.
Los exportadores de servicios digitales basados en el conocimiento son siempre más productivos que sus pares de bienes. Siete puntos porcentuales de diferencia, gracias al papel determinante del componente digital. Algo muy sensible en una región donde se perdieron más de 25 millones de trabajos formales, es que los servicios son un gran creador de empleo, un 63% en promedio. Es menor exposición a la volatilidad de los precios, una propiedad muy apreciada en un contexto de alta inflación mundial.
Un crecimiento acumulado de 145% de las exportaciones basadas en el conocimiento, entre 2005 a 2018, frente a los sectores tradicionales de menos de 90%, en el mismo período, nos habla de su excepcionalidad. Hace alrededor de una década, cuando la agenda económica y el checklist de políticas públicas transitaban un nivel muy diferente al actual, se empezó a visualizar el potencial de las exportaciones de los servicios basados en conocimiento.
De hecho, en el 2011 se realizó la primera edición del foro empresarial Outsource2LAC en la región, reuniendo a emprendedores tecnológicos de todo el mundo para aprender y hacer negocios. Exitosos programas de apoyo y conversaciones horizontales, nos permitieron extraer enseñanzas para aprovechar el desarrollo de los servicios a distancia como instrumento de exportación, no exento de nuevos retos y responsabilidades por parte de las empresas, el Estado e instituciones internacionales.
La experiencia demuestra que la coordinación del sector público con las empresas es beneficiosa en múltiples aspectos: la promoción de la adquisición de conocimiento; el fomento de mercados saludables; y el reforzamiento de la economía con las nuevas tecnologías.
Los beneficios podrían ser ilimitados si somos capaces de superar barreras que entorpecen el desenvolvimiento de actividades que requieren de alta especialización (la oferta de capital humano a corto y largo plazo es una condición determinante); un ambiente apropiado para la creatividad; un marco regulatorio que incluya factores de flexibilidad laboral; y una infraestructura adecuada que debería manifestarse en la alta velocidad de banda ancha y en aspectos de ciberseguridad.
Un estudio del BID sugiere que, sin una brecha en la infraestructura digital, América Latina podría generar ganancias del Producto Interno Bruto de entre 2% y 17%, según los casos. Una agenda robusta para el desarrollo de los servicios digitales basados en conocimiento es una jugada segura, un gana-gana para los actores involucrados y, por tanto, beneficiosa para un país o incluso para plataformas regionales.
La gestión alrededor del universo digital habla por sí sola de su compromiso con un futuro diferente y promisorio:
• Más de mil millones de dólares en préstamos para promover la digitalización, con énfasis en la expansión de la infraestructura para el acceso a internet por las redes de banda ancha tanto fija como móvil. Chile, Colombia, Trinidad y Tobago, y Uruguay son cuatro países comprometidos con esta agenda de desarrollo.
• Programas de capacitación en varios países, mediante asociaciones público-privada bajo la figura de Finishing School, con el objetivo de capacitar a jóvenes que luego ingresan a la compañía involucrada.
• La creación de ConnectAmericas, una plataforma virtual para promover oportunidades de negocios en todos los sectores y en el de los servicios globales de exportación en particular.
Aunque se han puesto mojones en la dirección correcta, es largo el camino por recorrer en la formación de capital humano, mejora de la conectividad, así como avanzar en acuerdos de doble tributación y las regulaciones eficaces de protección de datos, propiedad intelectual y habeas data.
El apoyo de la banca multilateral y de Gobiernos regionales a un sector que sorprende por su dinamismo, será visible en la reunión de Punta del Este, esta semana. Inversionistas y empresarios locales juntos en la primera edición de Test&Invest-Uruguay Business Summit, un foro presencial para conocer los atractivos del país para las inversiones, así como sus ventajas como centro de innovación en América Latina.
Todos debemos convencernos de que la innovación basada en combinaciones de tecnologías es la estrategia idónea para el vuelo económico de America Latina en época de tormentas e incertidumbres.