Hasta noviembre pasado los envíos muestran un crecimiento interanual del 12%. Además, el ingreso de divisas creció 28,5%. Hacia delante preocupa caída de los precios internacionales

 

Parece que bastante atrás quedaron las restricciones impuestas por el Gobierno a las exportaciones de carne porque el cupo establecido se fue aflojando y con eso llegó también la recuperación de los envíos que cerrarían este año en 900.000 toneladas, es decir un valor similar al 2020 previo a la intervención oficial. En tanto, la otra buena noticia viene de la mano del ingreso de divisas que hasta noviembre acumula u$s3.250 millones, un 28,5% más que lo ingresado en 2021. Hacia el 2023, la sequía se muestra como desafío a sortear pero el sector, por ahora, festeja un buen balance de año.

En este marco, desde el Rosgan advierten: “Sin embargo, a pesar del balance positivo que deja el año, existe gran preocupación por la tendencia a la baja que se ha estado marcado en los últimos meses y que podría perdurar durante buena parte del próximo ciclo. Si bien el 2022 había comenzado con vientos a favor, con el correr de los meses el escenario fue tornándose cada vez más complejo, signado por un contexto de profunda debilidad de la demanda y creciente incertidumbre comercial. Durante los primeros ocho meses del año, los precios de exportación para la carne vacuna resultaron superiores a los registrados en 2021, año en que los valores ya registraban marcas récord. En abril, el precio promedio de la tonelada exportada marcaba un nuevo récord de u$s6.300, un 55% superior al registrado un año atrás. A partir del segundo trimestre, el escenario comenzó a tornarse complejo para la exportación, especialmente por la debilidad que comenzaba a acusar la demanda europea y a la que posteriormente se sumara China, aun inmersa en la lucha por controlar el Covid con medidas extremadamente estrictas que ocasionaron una fuerte desaceleración de su economía”.Actualmente, de acuerdo a los datos de exportación de noviembre, el precio promedio de la tonelada exportada se ubica en torno a los u$s4.200, unos u$s2.100 menos respecto de aquel máximo alcanzado en abril y casi un tercio menos de lo conseguido un año atrás. Gran parte de esta baja, responde a China, por lejos el principal comprador de Argentina en términos de volumen.

Al respecto desde el Rosgan destallan: “A partir de agosto el mercado chino ya comenzaba a mostrar las primeras señales de alerta ante un potencial derrumbe de valores. Sin embargo, en los últimos dos meses esa caída se exacerbó perdiendo más de un 23% desde el mes de septiembre. Estacionalmente, hasta iniciado el mes de febrero la demanda china prácticamente no suele ofrecer nuevas señales en materia de precios por lo que, de no mediar nuevas disrupciones, los valores deberían mantenerse estables en los próximos meses. La incertidumbre se centra precisamente en el nuevo nivel de precios que estén dispuestos a convalidar los importadores chinos con el inicio de la nueva temporada comercial”.

Finalmente, la sequía también es otro factor a tener en cuenta pero la falta de precipitaciones podría tener los días contados y se espera entonces que en los próximos meses se regularice el régimen de lluvias tan esperado para la agricultura y la ganadería. “Por el lado de la oferta, el cambio de patrón climático que se espera a partir del otoño, muy probablemente impulse una retención transitoria de haciendo restringiendo la disponibilidad de oferta. Si bien a nivel productor este escenario resultaría sumamente auspicioso permitiendo la tan ansiada recomposición de valores, para la exportación significaría un nuevo factor de presión ante una demanda que aún permanece colmada de indefiniciones”, cierran desde el Rosgan.

 

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