Hoy, el protagonista “la industria nacional” de “aquel” modelo, es sospechado por el mismo sistema burócrata de ventanitas, en limitarlo a IMPORTAR, para PRODUCIR.
Casi el 80% de las importaciones del país son insumos para la industria -bienes de capital y bienes intermedios. Es decir, insumos necesarios para producir las mercaderías que luego se exportan. La mayor parte de estos bienes no se fabrican en Argentina o solo a precios demasiado elevados (por carencia de economías de escala o falta de inversión tecnológica).
Forzar a una sustitución no planificada, no estratégica identificada por sectores, incide negativamente sobre la competitividad de los productos argentinos en los mercados internacionales.
La sustitución industrial de importaciones tiende a crear un sesgo anti-exportador al incrementar los costos de producción. Esto impacta directamente en la competitividad ya que los insumos con los que se fabrican bienes argentinos son, entonces, mas caros o de calidad inferior respecto de los que ofrece un esquema de mayor apertura.
Como consecuencia, el aumento de costos que el Estado genere sobre las importaciones terminará indefectiblemente trasladándose a las empresas exportadoras, reduciendo su competitividad y su capacidad para posicionarse en los mercados externos.
Para que las exportaciones aumenten, es necesario el empleo de insumos importados, al menos en el mediano plazo o hasta que se generen cadenas integradas de proveedores locales competitivas en calidad, volumen y precio.
Vender sin comprar – Exportar sin importar
En un mundo conectado con tan soloun “click”, las cadenas de valor son globales. No es viable abrir mercados en el exterior en la medida en que a los países a los que les queremos vender, no les compremos de manera reciproca.
En la internacionalización, están las reglas de reciprocidad. La apertura de oportunidades y mercados para las exportaciones argentinas, depende de las mismas oportunidades y mercados (a los) que la Argentina, invite a participar.
Pretender limitar las importaciones y al mismo tiempo la búsqueda de apertura de nuevos mercados para impulsar exportaciones, es de ingenuidad infantil.
Importar inversiones para exportar, y la “sana” convivencia del bimonetarismo peso/dolar.
Eliminar las barreras de importación y exportación, sin una política de reducción del costo argentino, es una medida absolutamente cortoplacista y transitoria. El costo argentino, de impuestos y servicios “distorsivos”, es uno de los principales propósitos en “eliminar” para sostenernos en el tiempo.
Para desarrollar un plan exportador integrador, es necesario reducir los costos logísticos, con una coordinación consistente de las decisiones entre diferentes áreas del Estado y que las mimas, sean de carácter transversal y permanente en todo el sector público.
Un conjunto sistémico, que consista en modificar incentivos como motor de crecimiento, con estabilidad macroeconómica, reforma y austeridad del gigante Estado Argentino, con un bimonetarismo de convivencia, obtendremos un régimen económico ordenado y estable de proyección estadista.
Una vez que generemos credibilidad, estabilidad, reglas claras, blindaje jurídico y administrativo de carácter permanente (y no transitorio al color político de turno), tendremos la oportunidad de recibir INVERSIONES EXTRANJERAS en industrias de diferentes sectores, para potenciar la producción y exportación, con el interés del inversionista de garantizar la demanda de destino.
Por Orlando Melone (Ámbito)
Especialista en Comercio Internacional