La demanda de dólares por parte de individuos creció otro 19% en julio y alcanzó el mayor nivel de los últimos 22 meses, al escalar hasta los US$688 millones netos impulsada, básicamente, por las compras para atender gastos efectuados con tarjetas por consumos con proveedores no residentes -por viajes o consumos en el exterior- (US$394 millones) y, en menor medida, para atesoramiento (US$256 millones).
Fue al cabo de un mes en que la cantidad de personas que compraron billetes creció 57% con relación al mes previo (pasó de 885.000 a 1,4 millones) y se duplicó con relación a las 690.000 que habían adquirido dólares en julio del año pasado.
El dato surge del Balance Cambiario con números al mes pasado que difundió hoy el Banco Central (BCRA), entidad que adjudicó el “salto” en la demanda al impulso que le dio el pago del aguinaldo. El informe oficial confirmó que se comenzaron a frenar algunos pagos por importaciones, como queda a la vista al reparar en la brecha que se reabrió entre los pagos efectivamente liquidados y los que quedaron comprometidos (devengados).
Los egresos netos por viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta hicieron el principal aporte al déficit de US$1065 millones que alcanzó en el mes la denominada cuenta de servicios: por ese concepto, se fueron del país US$757 millones, a lo que hay que sumar otros US$493 millones por “fletes y seguros” (la diferencia de US$21 millones es por pagos ligados a “otros servicios”).
El BCRA observó que el comportamiento de la cuenta de “Viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta” se mostró “en línea con lo publicado en la última encuesta de turismo internacional, en un contexto de recuperación del turismo emisivo luego de la pandemia del COVID-19″ y recordó que los giros que se hacen al exterior para cancelar los saldos con las empresas emisoras de tarjetas internacionales “se incluyen tanto los consumos que se realizan por viajes al exterior como las compras no presenciales a proveedores del exterior”.
Allí recordó que, para desalentar estos consumos, desde el 28 de julio pasado dispuso “que se aplique la tasa regulada por la ley para las tarjetas de crédito emitidas por entidades financieras, cuando el resumen de cuenta del mes registre consumos por un importe superior en moneda extranjera a los US$200”.
El crecimiento de la demanda de dólares por parte de “personas humanas” está estrechamente ligado al atraso cambiario en que vuelve a incurrir el país, con un tipo de cambio ya a nivel de comienzos de mayo de 2018, es decir, cuando comenzaba la corrida que signaría la suerte de la administración de Mauricio Macri.
Julio, mes caracterizado por la crisis generada por la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía, cerró además con el peor saldo de la cuenta corriente del balance cambiario del año: fue negativo en US$1302 millones contra un saldo positivo de U$S653 millones un año atrás.
Semejante rojo se produjo porque no sólo crecieron los pagos por importaciones de energía (totalizaron US$2408 millones) y la demanda de dólares por parte de individuos, sino también porque fue un mes en que se concentraron pagos al FMI (US$1961 millones) y otros organismos financieros internacionales, se pagaron intereses de la deuda reestructurada.
Además, hubo un fuerte incremento en la denominada “fuga de divisas” o formación neta de activos externos de residentes del sector privado no financiero. Esa cuenta, que venía de registrar egresos por apenas US$64 millones en junio, cerró julio con salidas netas por US$164 millones (+30% interanual), el mayor rojo desde los US$177 millones registrados en enero.
Al combinarse esos egresos con una menor liquidación cerealera (cayeron de US$3684 millones en junio a US$2677 millones en julio), la presión recayó sobre las reservas internacionales (brutas) del BCRA, que se hundieron en U$S4.555 millones el mes pasado.
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Fuente: Visión Federal Noticias