La necesidad de acumular divisas por parte del Banco Central es imperiosa dado: I) el acotado stock de reservas internacionales existente (netas en rojo por US$ 11.000 millones y líquidas en dólares rondando US$ 7.000 millones); II) el fuerte incremento de la deuda comercial por importaciones en los últimos años (el stock supera US$ 55.000 millones, cuando a fines de 2021 no alcanzaba US$ 30.000 millones); y, III) contar con reservas es condición sine qua non para implementar un plan de estabilización exitoso que frene la suba de las variables nominales anclando el tipo de cambio.

La reciente propuesta del Central de ofrecer un bono en dólares (BOPREAL) a suscribir en pesos por las empresas que certifiquen que realizaron importaciones pero no pudieron pagarlas, implica hacerse cargo de dicha deuda en moneda dura registrándola en su balance patrimonial (bajan los Pasivos -Remunerados- en Pesos del BCRA a cambio de endeudamiento en dólares).

No sabemos el monto final de BOPREAL que se suscribirán -la primera licitación no fue auspiciosa por lo hubo que mejorar las condiciones ofrecidas- ni que plazos terminará convalidando el Central -hay 3 series con diversos plazos y características-, pero será clave para el repago de esa deuda que la autoridad monetaria sostenga en el tiempo la acumulación de reservas.

Aunque a un menor ritmo, es probable que el Central siga acumulando reservas hasta la salida de la cosecha gruesa (otoño) producto de la fuerte recesión -menos actividad implica menores importaciones- esperada para el primer trimestre de 2024 por el desplome del poder adquisitivo de gran parte de la población y el ajuste fiscal.

Además, el encarecimiento del dólar importador fue mayor al salto del oficial por la suba de la alícuota del Impuesto País de 7,5% a 17,5% para buena parte de las compras externas.

Por último, la puesta en marcha del nuevo sistema importador -que remueve requisitos de autorización- implica en el corto plazo que los pagos comiencen a normalizarse para inicios del otoño (el cupo de acceso al MULC establecido para el grueso de las importaciones es del 25% del monto por mes).

La abultada cosecha gruesa (maíz y soja) esperada para 2024, las menores importaciones de energía durante el inverno -gracias al gasoducto Néstor Kirchner que aumenta la capacidad de desagote de Vaca Muerta- y las mayores ventas externas provenientes de la minería (litio y cobre) permitirían sostener el proceso de acumulación de divisas provenientes del superávit comercial a lo largo del año.

La pregunta del millón es que sucederá con la acumulación de divisas cuando el tipo de cambio real pierda el colchón de competitividad ganada (esto sucedería rápido si el BCRA no modifica el ritmo del crawling peg anunciado del 2% mensual en un contexto de inflación de -al menos- 25% mensual) y/o el nivel de actividad comience a recuperarse (en el mejor de los casos durante el segundo semestre de 2024).

Pero apostar el ingreso de capitales es riesgoso, pues como sucedió a mediados de la gestión Macri éstos son volátiles y suelen provocar crisis cambiarias cuando se retiran en estampida.

LORENZO SIGAULT GRAVIÑA (Clarín)

Lorenzo Sigaut Gravina, Director de Análisis Macroeconómico de Equilibra

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