Luego de atravesar su primer año de gestión, el camino elegido por el presidente Javier Milei para arribar al primer examen electoral de su partido como fuerza oficialista plantea el cumplimiento de una serie de objetivos económicos que, más allá de su voluntad, pondrá a prueba su capacidad de negociación política.
La baja de la inflación desde el 25,5% mensual de diciembre último hasta el 2,4% registrado por el Indec el mes pasado, le otorgó al Gobierno un grado de credibilidad ante la sociedad que ahora deberá refrendar con el avance en las nuevas promesas planteadas por Milei para 2025: una economía con crecimiento sostenido, reducción de 90% en la cantidad de impuestos nacionales y eliminación el cepo cambiario, entre otras.
Sin duda que una recuperación económica facilitaría alcanzar las metas. Inclusive levantar el cepo, sea con un repo que refuerce las reservas del Banco Central o un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional pese a las restricciones cambiarias aún vigentes. Será ese el primer desafío que requerirá de la capacidad negociadora del Gobierno, aunque la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos el mes próximo y la intención de avanzar hacia un tratado de libre comercio con ese país suponga, para la Casa Rosada, un punto a favor, por la relación cercana de Milei con el republicano.
Pero para ello, la recuperación económica deberá ser una realidad más allá de sectores como la energía, la minería y el agro. El “brutal crecimiento” que percibe Milei en el último trimestre, no es visible aún en actividades como la construcción, la mayor parte de las ramas industriales, que
●● Bajar la inflación le otorgó a Milei un grado de credibilidad ante la sociedad que ahora deberá refrendar con el avance en sus nuevas promesas
●● Cerrar un acuerdo con el FMI y el cepo vigente, así como activar una reforma tributaria pondrán a prueba la capacidad de negociación política
mantienen una de cada tres máquinas paradas; y el comercio, que aún espera la reactivación del consumo masivo.
Es por eso que la promesa de retirar impuestos para dar un respiro entusiasma al sector privado, aunque el plan implica más una simplificación que una baja de la carga tributaria. Hoy hay solo 46 impuestos nacionales y apenas 4 de ellos representan casi 80% de lo que recaudan en conjunto. El mayor volumen de los 155 tributos que tiene el país lo aportan provincias y municipios.
Las empresas y el campo aspiran a que, tras la caída del impuesto PAIS; la reforma se lleve consigo al impuesto al cheque y las retenciones, que solo el año pasado representaron ingresos por el 2,5% del PBI. Pero no volver al déficit fiscal, en ese escenario, dependería de una fuerte recuperación de la economía que sostenga la recaudación y, como ya adelantó Milei, el uso de una motosierra profunda para achicar más los gastos.
En todo caso, avanzar con la reforma tributaria requerirá de la habilidad para encausar una negociación política con la oposición que, con elecciones por delante y la promesa de más recortes, supone un duro desafío para el año próximo.