El rojo comercial acumulado en los primeros nueve meses fue de US$6.960 millones cuando en igual período del año pasado se había registrado un superávit comercial de US$ 2.578 millones, marcando una reversión de nada menos US$10,000 millones

Con exportaciones cayendo más que las importaciones, nuevamente el resultado comercial mostró un guarismo negativo con US$793 millones en septiembre y anotándose así una racha de siete meses consecutivos deficitarios. El rojo comercial acumulado en los primeros nueve meses fue de US$6.960 millones cuando en igual período del año pasado se había registrado un superávit comercial de US$ 2.578 millones, marcando una reversión de nada menos US$10,000 millones. Las perspectivas según dos análisis privados coinciden en que este año, en materia comercial interior, es para el olvido.

La consultora Abeceb en lo que resta del año no espera una reversión significativa de las tendencias del comercio exterior y del saldo comercial evidenciadas hasta aquí, al menos hasta diciembre cuando empezaría a impactar positivamente la cosecha fina de trigo, el año pasado fuertemente afectada por la sequía. Ello seguramente derivará en un recorte de la caída de exportaciones, contribuyendo a descomprimir presiones sobre el déficit comercial.

Por el lado de las importaciones, sin reservas en el BCRA y con fuertes presiones cambiarias que continuarán al menos hasta tanto se diriman los resultados electorales y quien resulte electo explicite su programa económico, el cepo importador seguirá endureciéndose tal como ha venido sucediendo las últimas semanas, donde se observó una fuerte ralentización de la operatoria en el canal de las SIRAs críticas, señala el reporte.

En este sentido, algunos sectores que solían tener sus SIRAS criticas aprobadas el día 10 de cada mes para poder efectuar su planificación mensual de la producción solo están teniendo aprobaciones muy parciales. Tal es el caso del sector químico, aunque también se observa ese patrón en sectores como el alimenticio e incluso en el sector salud, donde crecen los faltantes de ciertos insumos.

Abeceb repasa que, por otra parte, ya hubo al menos dos reprogramaciones importantes de pagos de importaciones, con desplazamientos de fechas de pago de 60 días promedio y no se descarta que esto se profundice en las próximas semanas. Al tiempo que prácticas como la multiplicación de bloqueos por el código 46 (la operación no pudo ser validada) y el código 47 (el documento de origen no pudo ser validado) probablemente sigan a la orden del día, mientras la Cuenta Corriente Única de Comercio Exterior (CCUCE) muestra intermitencias de funcionamiento.

“Aun así y con reversión del efecto sequia hacia fin de año, difícilmente pueda cerrarse el año 2023 con un déficit comercial inferior a los US$ 6.000 o 7.000 millones cuando el año pasado tuvimos un superávit comercial de US$6.900 millones”, indica.

También la consultora Ecolatina entiende que las exportaciones seguirán con una importante merma este año. La sequía que atraviesa Argentina, sumado a los menores precios promedio, significarán pérdidas en las exportaciones agrícolas que podrían superar los USD 20.000 M (equivalentes a cerca de 4 meses de importaciones). Será importante que las condiciones climáticas (mayores lluvias) sean favorables para evitar nuevos recortes en la producción estimada del trigo, cultivo puente hacia el segundo trimestre de 2024 y cuya exportación suele iniciar a finales de año.

En materia de importaciones, si bien retrocediendo respecto a 2022, se encuentran en niveles por encima de lo esperado, aún en el marco de una aguda escasez de divisas y múltiples restricciones de acceso al mercado oficial de cambios. El sostenimiento del nivel de compras externas responde a la búsqueda por evitar una caída mayor en la actividad que afecte negativamente el empleo en el año electoral.

Como contracara, dice Ecolatina, las reservas del BCRA sufrieron una marcada reducción. A su vez, fueron factores relevantes fuentes alternativas de financiamiento, como el crecimiento de la deuda comercial y el swap de monedas con China, del cual se activó recientemente el segundo tramo por unos US$6.500 millones.

De hecho, mientras que el saldo comercial devengado (ICA) acumuló un rojo entre enero y agosto de US$6.200 millones el BCRA logró acumular un resultado neto positivo por bienes por unos US$ 4.900 millones (-56% vs 2022) en el mismo lapso (MULC-caja). “Esto se debe al crecimiento exponencial de la deuda comercial de bienes, que estimamos ya supera los US$ 10.500 millones de nueva deuda neta en 2023, situándose en un stock de cerca de US$42.000 millones -menciona Ecolatina-. De hecho, la eliminación de derechos de exportación para economías regionales y la extensión del ‘dólar exportador’ a nuevos sectores obedece a la búsqueda por generar mayores liquidaciones (ingresos vía MULC), así como de contener las presiones sobre la brecha cambiaria”.

El impacto del nuevo tramo del swap dependerá del uso efectivo que se le asigne. Por caso, es probable que se utilicen yuanes para los pagos de octubre y noviembre con el FMI -próximo a US$ 1.400 millones-, por lo que el remanente se encauzará en parte para importaciones y para controlar los dólares financieros en un escenario de mayor volatilidad de cara al ballotage.

En suma, los volúmenes importados no-energéticos seguirán a la baja, pero en niveles elevados para evitar afectar la actividad. Las restricciones seguirán operando, limitando una elevada demanda que es impulsada por una creciente brecha cambiaria y expectativa de devaluación que descuentan una corrección del tipo de cambio oficial a principios de la nueva gestión de gobierno que surja del ballotage.

Con todo, se seguirá buscando sostener las compras externas para evitar que la sequía y la escasez de divisas contagie al resto de la actividad económica, que en el acumulado del año se encuentra un 1,6% debajo de 2022, pero un +1,1% i.a. al excluirse el sector agropecuario.

Fuente: Diario Alfil

Noticias Relacionadas