El 2024 finalizará con una caída en la actividad económica de entre 3% y 2%, pero dejará un arrastre estadístico positivo de dos puntos, lo que proyecta un crecimiento de entre 4% y 5% para el 2025. Este repunte dependerá de sectores clave como la minería, la energía y el comercio exterior.
A lo largo del año, el Banco Central adquirió US$ 20.000 millones en el Mercado Único y Libre de Cambios, aunque las reservas netas continúan siendo negativas por US$ 4.800 millones. Esto genera incertidumbre sobre la capacidad del país para sostener el crecimiento proyectado, frente a mayores importaciones, pagos de deuda y demanda de divisas por turismo.
Economistas como Matías Surt y Dante Sica destacan el papel de las exportaciones y la recuperación del consumo como los motores principales. Según Surt, el comercio de bienes tendrá un superávit de US$ 15.000 millones, mientras que Sica asegura que el gobierno cuenta con los dólares necesarios para cubrir las demandas del próximo año.
Sin embargo, la política del dólar blend, que combina un 80% del tipo de cambio oficial y un 20% del contado con liqui, plantea desafíos. Este mecanismo genera estímulos para los exportadores, pero a la vez limita la acumulación de reservas en el Banco Central.
Una posible solución sería un nuevo acuerdo con el FMI, que podría inyectar entre US$ 10.000 y US$ 15.000 millones. No obstante, el economista Martín Rapetti advierte que se necesita un financiamiento sostenible para evitar un déficit comercial prolongado.
En este contexto, la estabilización económica dependerá de lograr un superávit en la cuenta corriente y un ingreso constante de capitales. Las decisiones en torno al tipo de cambio y las políticas comerciales serán clave para mantener el crecimiento proyectado para 2025.
Fuente: Clarin