CÓRDOBA.- “La Argentina está en una posición inmejorable para poder avanzar en la digitalización del comercio internacional, adoptar los estándares internacionales”, dice Pamela Mar, directora general de la Iniciativa de Estándares Digitales (DSI) de la Cámara de Comercio Internacional (ICC) y miembro principal del Asia Global Institute, con sede en Singapur.
La DSI es una asociación público-privada respaldada por la ICC, el Banco Asiático de Desarrollo, la Organización Mundial del Comercio y el gobierno de Singapur, que busca digitalizar el comercio global “armonizando y digitalizando los estándares y la documentación de la cadena de suministro, y creando preparación digital en todo el ecosistema comercial global”, según indican.
En diálogo con LA NACION, Mar explicó que su visita a la Argentina fue para “promover la digitalización del comercio internacional”. El recorrido incluyó Perú, Colombia y Barbados. Mantuvo reuniones con representantes del Gobierno nacional para impulsar el trabajo entre el sector público y el privado; consideró que la administración libertaria está en una posición “inmejorable” para avanzar por su agenda “pro crecimiento” del comercio internacional.
Mar, antes de sumarse a esta iniciativa, fue vicepresidenta ejecutiva de Futuros de la cadena de suministro y luego de Conocimiento y Aplicaciones para Fung Group, donde también fue la primera jefa de sostenibilidad del grupo. En 2019 fue elegida una de las diez líderes en sostenibilidad de Asia. También trabajó en Shenzhen (China) como directora de Finanzas Globales de TCL Multimedia Technology, la primera gran empresa china en globalizarse mediante la compra de una marca extranjera.
La ICC, que representa a unas 45 millones de empresas en más de 100 países, impulsa la solución de los problemas de las operaciones internacionales a través de la digitalización, la estandarización y el respaldo legal. La DSI trata los temas relacionados con estándares e interoperabilidad de plataformas y la relación con las fintech. En lo que se refiere a respaldo legal, ha establecido una hoja de ruta para impulsar que los gobiernos adopten legislaciones específicas para el negocio digital, especialmente en lo relativo a los documentos de título (conocimiento de embarque, letras de cambio y pagarés).
Mar indicó que hay financiamiento de organismos internacionales especialmente orientado a la asistencia de las Pymes “para que puedan alinearse a estos estándares internacionales. Hay colaboración para que puedan estar a la altura de las exigencias”. También admitió que, en su experiencia, no detectaron casos de que grandes compañías estén dispuestas en capacitar y ofrecer recursos a las más pequeñas que integran la cadena de valor, por lo que enfatizó que son los gobiernos los que deben hacerlo.
La tecnología blockchain es también una herramienta mejorar la seguridad y la eficiencia en el comercio internacional. Al permitir la creación de registros inmutables y transparentes; está simplificando la gestión de documentos comerciales y, obviamente, hace a la trazabilidad. “Estados Unidos y la Unión Europea trabajan sobre el entendimiento de contar con una trazabilidad competa de las operaciones. Entonces lo mejor es reemplazar el método antiguo, por los registros digitales”, sostiene Mar y admite que la pandemia del Covid-19 profundizó la tendencia.
-¿Cuáles son los objetivos de la DSI?
-Usar la tecnología digital, hacer que los procesos sean más eficientes, más transparentes y veloces. Reemplazar los papeles, que todo sea digital. Buscamos facilitar la transición del comercio global de lo analógico a lo digital, entendemos que es una oportunidad para impulsar el crecimiento y la inclusión al hacer al comercio más eficiente y transparente. También creemos que se facilita el acceso de las empresas más chicas al comercio internacional.
-¿Cómo está la Argentina en el proceso? Ha mantenido varias reuniones durante su visita al país.
– La Argentina está en una posición inmejorable para poder avanzar en la digitalización del comercio internacional. En la Argentina hay un gran potencial para llevar adelante la agenda; los actores del sector privado se mueven en el sentido correcto, impulsando la digitalización. El Gobierno también está dando pasos en ese mismo sentido. Esta administración, creo, generó una revitalización del sector, hay acciones que apuntan a terminar con focos de corrupción que pudieran haber existido en la Aduana. Es muy importante como señal a la comunidad internacional. En el caso argentino entiendo que el alcance de los objetivos puede ser rápido porque el país tiene los recursos financieros y humanos; está en línea con otros países que han encarado el proceso.
-¿Hay diferentes velocidades en el mundo en el proceso de digitalización?
-Hay ciertas diferencias; hay países que deciden avanzar primero con la reforma legal; otros prefieren iniciar con las modificaciones a nivel macro, pero en general no veo grandes diferencias. Todos los actores están inmersos en las reformas, en la adopción de los estándares.
-¿Cuándo comenzó el proceso de digitalización? ¿Hay una fecha estimada para finalizarlo?
– Establecer el inicio es complejo porque la facilitación del comercio es anterior a la digitalización. Elegiría como piedra angular, el 2018 cuando se estableció la ley modelo del sistema. La digitalización se basa sobre la facilitación. En la actualidad alrededor del 37% del PBI mundial ya está regido por la ley modelo; estimamos que en el 2030 tendremos la casi totalidad. Quedan unos pocos años para completar el proceso.
-¿Es costoso el procedimiento, hay financiamiento internacional?
-Claro, hay financiamiento de Banco Interamericano de Desarrollo (BID); del Banco Asiático; del Banco Mundial. Ofrecen especialmente asistencia a las Pymes para que puedan alinearse a estos estándares internacionales. Hay colaboración para que puedan estar a la altura de las exigencias.
-¿Por dónde debe empezar el sector privado, por dónde comienza el proceso una Pyme?
-Lo primero es identificar en la cadena de valor un punto donde haya un documento clave y concentrar todos los esfuerzos en digitalizarlo. Una vez logrado, debe establecer qué plataforma se elige para la transmisión de ese documento, pero el arranque es su digitalización. Para las Pymes es mas difícil, para avanzar deben intentar dialogar con un actor con el que tenga cercanía, con el que tengan más confianza y también concentrarse en el aspecto financiero, hacerlo con un banco con el ya hayan operado para que se conozcan. Es necesario establecer estos criterios para no perderse en el mar de la complejidad. Lo clave, insisto, es que los gobiernos generen entrenamiento para las Pymes. Una vez que las grandes compañías se den cuenta de que la digitalización les generará ahorros, comenzarán rápidamente a instrumentarlo. Por eso a las Pymes hay que ayudarlas a sortear esa brecha.
-¿No pueden las grandes empresas ayudar a las Pymes, incluso financiarlas? Integran su cadena de valor.
-Ojalá fuera así. Pero, por mi experiencia, las grandes no lo hacen, se focalizan en sus propias operatorias. Por eso debe ser el gobierno el que impulse, el que de las capacitaciones. Lo viable es que las Pymes obtengan créditos de un banco; no he visto que cuenten con otros recursos para encarar el proceso. Reconozco que puede ser, que en las actuales condiciones de la Argentina donde hay varios tipos de cambio y problemas para hacer pagos al exterior, podría haber inconvenientes. Pero incluso por lo que estudié del caso argentino, la digitalización podría ayudar; reduce papel y procesos, hay más alineación de la documentación con los cargamentos.
-Habló mucho de transparencia, ¿lo dice porque se da trazabilidad a toda la operatoria?
-Estados Unidos y la Unión Europea trabajan sobre el entendimiento de contar con una trazabilidad competa de las operaciones. Entonces lo mejor es reemplazar el método antiguo, por los registros digitales. Ese paso mejoró fuerte la trazabilidad.
-¿Profundizó la pandemia del Covid-19 este proceso?
-En ese sentido, fue beneficiosa. Ayudó a impulsar toda la agenda de digitalización al demostrar claramente que una persona no debe estar físicamente para hacer un trabajo, que pudo hacerlo a distancia, de manera remota.