El intercambio comercial en el hemisferio norte evidencia serios problemas de continuidad y promete, por lo que la geopolítica global nos deja ver hasta ahora, escalar las tensiones tanto como las oportunidades comerciales para Sudamérica en general y para una lejana Argentina en particular. Para empezar, el desvío del tráfico marítimo entre el Asia-Pacífico y Europa hacia el cabo de Buena Esperanza significa unos 12 a 15 días más de navegación – dependiendo de la estrategia de velocidad de cada armador – para navegar 3500 millas náuticas adicionales, ante la imposibilidad de navegar por el Mar Rojo y el Canal de Suez. Sorpresivamente, los ataques de los huthíes al tráfico marítimo indiscriminado brinda enormes oportunidades comerciales para Argentina. Mayores primas de seguro para la carga; mayor costo de seguro para casco y máquinas de los armadores; el incremento de los seguros de piratería al navegar cerca del golfo de Guinea en África occidental; congestión portuaria y el alza generalizada en el nivel de flete marítimo hace que las exportaciones de productos primarios de Europa con destino a Asia queden desposicionadas en tiempo y costo. Sobre todo aquellos productos con cadena de frío o de demanda continua.
En este caso, los países de la costa oeste de Sudamérica podrían tranquilamente sustituir buena parte de la oferta exportable alimenticia europea. Lógicamente, las provincias del NOA y Cuyo también podrían participar activamente. Pero más aún en sentido inverso, es decir las exportaciones del Asia-Pacífico a Europa en el segmento de alimentos congelados. En el período 2012 / 2022, la región del Asia Pacífico creció del 18 al 26% en el tráfico mundial de exportación de congelados, mientras que Latam pasó del 29 al 37%, según Drewry Consultants de Londres. Si a este dato le sumamos la brutal baja en los tránsitos vía el Canal de Panamá que ha evidenciado una caída del 49% a tan sólo 22 buques al día, con planes de llegar a sólo 18 buques cuando lo habitual eran 36 buques con picos de 40 buques al día, no hace falta ser un estratega para darse cuenta de que nuestra competencia del otro lado de la cordillera queda totalmente eliminada para abastecer a Europa y al mundo árabe.
Tanto los tiempos de espera del Canal de Panamá como los extracostos de tránsito y diferenciales de flete marítimo, posiciona de manera inmejorable a toda aquella oferta exportable primaria de Argentina que pueda sustituir las demoradas y más costosas exportaciones del Asia Pacífico hacia Europa y Escandinavia. También los puertos del mediterráneo oriental están sufriendo una brutal caída en sus volúmenes de operación, al igual que los transportistas terrestres, todo lo cual nos conduce a menores costos, mayor productividad, y posiblemente a competir exitosamente contra los asiáticos a pesar de no tener nosotros ninguna ventaja arancelaria.
Israel también verá a la Argentina como un proveedor alejado de las disrupciones y con capacidad de asegurar un abastecimiento alimenticio constante en estos difíciles momentos geopolíticos, no sólo para ese destino sino también para las innumerables operaciones de trading que los israelíes realizan en la región. Si a eso le sumamos el posible escalamiento de la guerra en Ucrania y la necesidad de abastecimiento de granos, aceites vegetales y manufacturas de origen agropecuario (MOA) e industrial (MOI) por parte de los mercados de África del Norte, queda en evidencia otra gran oportunidad para nuestra oferta exportable. Exportadores: favor salgan de la zona de confort y aprovechen esta ventana única de oportunidad para posicionarse y ganar mercados.ß
Fuente: La Nación