Si bien la reapertura en China marcará un repunte en las tarifas spot, la tendencia a la baja tendría una mayor inercia. ¿Hasta cuándo se extenderán los bloqueos en Shanghái? Hay informaciones contraproducentes al respecto; el domingo 15 de mayo, las autoridades señalaron que la ciudad comenzará a permitir que los negocios abran de forma limitada a partir del lunes, ya que los casos diarios de infección por COVID-19 continúan disminuyendo casi dos meses después de un cierre estricto que afectó a sus 25 millones de habitantes. Sin embargo, con anterioridad se confirmó el retiro de la Confederación Asiática de Fútbol de la organización del torneo de fútbol de la Copa Asiática, originalmente programado para el verano septentrional de 2023, lo que ha sido interpretado ampliamente como una señal de que cualquier sentido de vuelta a la normalidad en Shanghái o en toda China se ha pospuesto lejos en el futuro.
La preocupación es extrema, puesto que la política Cero-COVID de las autoridades chinas ha paralizado fábricas y almacenes, ralentizado las entregas de camiones y empeorado los atascos de contenedores en los puertos. Dado que el país representa alrededor del 12% del comercio mundial, era solo cuestión de tiempo antes de que la agitación comenzara a extenderse por todas las economías, amenazando con avivar aún más el aumento de la inflación a nivel global.
Los suministros de fabricantes en China de firmas como Adidas hasta fabricantes de automóviles, desde Toyota hasta Tesla, enfrentan costos y obstáculos de producción “sin precedentes”, mientras Sony se ingenia para manufacturar suficientes PlayStations. Sin embargo, el impacto sobre las cadenas de suministro no está afectando sólo a las multinacionales. Existen reportes de hospitales de EE.UU. y de Australia que enfrentan escasez de productos químicos utilizados en los rayos X, mientras que los proyectos inmobiliarios se ven retrasados por los insumos retrasados.
IHS Markit rebajó en marzo su pronóstico para la producción mundial de automóviles en 2022 con el fin de incluir el impacto de la invasión rusa de Ucrania, y en abril lo bajó aún más en respuesta a las consecuencias de los cierres en China, junto con otros riesgos crecientes.