Una nueva suba del impuesto afecta a toda la cadena agroindustrial, justamente aquella que, a través de las exportaciones, genera parte de los dólares que el país necesita
Solo 7 países gravan con impuestos a la exportación en cifras que superan el 10% del total de la recaudación fiscal por las ventas externas
Ha regresado la discusión por las llamadas retenciones. Una herramienta que en la Argentina se utiliza desde hace tiempo y afecta la capacidad productiva y exportadora.
Se trata de gravámenes a las ventas externas que, al afectar especialmente en nuestro país a las agroexportaciones (que explican 68% del total de ventas externas), crean problemas en la competitividad del sector más eficiente. Reducen la rentabilidad de la producción y la comercialización, generan menor propensión a la inversión, afectan la competitividad de toda la cadena y crean distorsiones que impactan especialmente a las pymes que tienen menos escala productiva. Desalientan (al reducir la capacidad económica) el desarrollo tecnológico productivo, afectan la vinculación del circuito agroproductivo que se vincula con otros sectores de la economía, afectan la eficiente asignación sistémica de recursos, generan distorsión en el funcionamiento de la propia cadena en sí misma y crean tensiones políticas que generan problemas para los planes de largo plazo y hasta para la concreción de las operaciones comerciales cotidianas (que deben adaptarse a condiciones cambiantes de modo poco previsible).
Un ejemplo de la importancia del sector afectado es que en la Argentina nada menos que 9 de las 10 mayores empresas exportadoras son agroalimentarias. También lo son 11 de las 20 mayores empresas exportadoras y 17 de las mayores 30 empresas exportadoras, así como 24 de las mayores 40 empresas exportadoras y también 28 de las mayores 50.
La práctica de imponer altos impuestos a exportaciones es en el planeta algo excepcional y que pocos países lo hacen de modo significativo. Específicamente, según las últimas cifras del Banco Mundial, solo 7 países gravan con impuestos a la exportación en cifras que generan más del 10% del total de la recaudación fiscal a las ventas externas. La Argentina es uno de ellos. Argentina, además, está entre los 5 países que más recaudación por retenciones genera según los datos de la entidad del último registro (2019/2020).
Son Kazajstán, Federación Rusa, Islas Salomón y Bielorrusia. Argentina, así, está en el quinto lugar en esa lista (después de la Argentina aparecen en ese ranking GuineaBasau, Costa de Marfil, Níger, Papúa Nueva Guinea, Benín y Tanzania)
Siendo que la más afectada por estos gravámenes es la agroproducción es adecuado advertir que ella ya no depende -como antaño- de manera tan sustancial de las condiciones naturales sino (ahora) de la capacidad competitiva sistémica. Inversión, tecnología, infraestructura, conocimiento y know how, ingeniería, organización y management, maquinaria, desarrollo científico aplicado, todos son relevantes. Lo que requiere acondiciones microeconómicas. mesoeconómicas y macroeconómicas adecuadas.
Argentina, según la FAO, genera el 2% de todas las exportaciones mundiales de alimentos con diverso grado de elaboración. Este porcentaje (que se mantiene en los datos –aun no oficiales- de 2020 y 2021) cuadruplica el grado de la relevancia de la economía argentina considerándola en su totalidad en el mundo.
En materia de producción medida en toneladas, la Argentina produce el 1,92% del total de granos (primarios) en el planeta. La Argentina se encuentra en el relevante lugar 17 en el listado de mayores exportadores de productos agroalimentarios en el planeta según los últimos registros de la FAO. Compite con países muy eficientes: está, en esa lista, por debajo de (por orden alfabético): Australia, Alemania, Bélgica, Brasil, Canadá, China, Francia, India, Indonesia, Italia, México, Países Bajos, España, Tailandia, Reino Unido de Gran Bretaña y Estados Unidos.
Ninguno de esos países se encuentra en la lista de los que gravan de manera relevante con impuestos a la exportación del Banco Mundial
Por eso es de advertir como asunto de cuidado que en la medición de formación de capital fijo (inversión) como porcentaje del valor agregado total en la agroproducción generada en el mundo (comparando países), según la misma FAO, la Argentina se encuentra en el lugar 37 -en el mundo- y exhibe un ratio de 21,3%. Esto es: en un lugar del ránking muy inferior al que tiene como productor.
Según la fuente citada el valor agregado generado por la agricultura, la actividad forestal y la pesca en todo el mundo creció desde que comenzó el siglo (año 2000) hasta el último registro (2019) un 72,8%, mientras que en la Argentina ese crecimiento fue de 42,3%. Simultáneamente, en el último registro de la FAO la Argentina participa en 0,95% en el total mundial, mientras en el año 2000 lo hacía en 1,15%.
La Argentina, desde que comenzó el siglo, reincorporó a los impuestos a las exportaciones como fuente de recaudación fiscal. Ello podría estar, conforme los datos expuestos, afectando la capacidad competitiva aun en estos rubros más eficientes, en tiempos de creciente exigencia productiva global.