A pesar del buen desempeño fiscal, las reservas en el Banco Central no aumentan. Este es uno de los principales escollos para el crecimiento de la economía de manera sostenida. Por esta razón es muy importante abordar reformas que mejoren la competitividad a los fines de dinamizar las exportaciones.

El Banco Central enfrenta dificultades para acumular reservas. La evidencia que muestra el balance cambiario, es decir, la diferencia entre los dólares que entran y salen del Banco Central son muy sugerentes. En el 2024 varios factores (entre otros, la fuerte devaluación del tipo de cambio oficial de diciembre del 2023, el impuesto PAIS y el blanqueo) jugaron a favor, pero aun así hubo poca acumulación de reservas. Más preocupante es que en enero el balance cambiario muestra una pérdida de reservas de USD 1.826 millones.
Seguramente que este es el tema que más complicó la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Juega a favor de la Argentina la aplicación de un inédito ajuste fiscal logrado en base a una fuerte reducción del gasto público que permitió alcanzar el superávit financiero. Pero aun con este excelente desempeño en materia fiscal, el Banco Central no logra salir de un balance que muestra reservas netas negativas. Mas allá de los dólares que pueda aportar el FMI, la situación cambiaria genera dudas sobre las posibilidades de dar impulso a un proceso de crecimiento económico sostenido
Una pregunta que cabe hacerse es cuántos dólares se necesitan para darle sostenibilidad al crecimiento económico. Tomando los dos últimos periodos de crecimiento sostenido del PBI que experimentó la Argentina, con datos del Ministerio de Economía se observa que:
- Entre los años 1992 y 1998 la producción creció 4,3% por año y las importaciones 13%.
- Entre los años 2003 y 2013 la producción creció 4,9% por año y las importaciones 18%.
- Esto implica que por cada 1% de crecimiento, las importaciones crecen 3,5%.
Estos datos muestran que el crecimiento económico es altamente demandante de divisas para financiar importaciones. La explicación es que el 85% de las importaciones son bienes de capital, insumos y repuestos imprescindibles para movilizar el aparato productivo. Además, cuando crece la economía aumentan los ingresos de la población lo que incrementa el consumo de bienes importados. La conclusión es clara: un proceso sostenido de crecimiento necesita divisas que permitan financiar el aumento de importaciones.
En la década de los ‘90s, una parte importante de los dólares que demandó el crecimiento económico lo aportó la entrada de capitales. Un proceso similar se registró con intensidad en la efímera reactivación entre los años 2016 y 2018. En la década de los 2000, el aumento en la demanda de divisas por el crecimiento económico se financió con los altos precios internacionales de las exportaciones. El resultado de estas experiencias sugiere que para darle sostenibilidad al crecimiento económico es recomendable no depender exclusivamente de la entrada de capitales o de los buenos precios internacionales. Esto marca la trascendencia de aumentar la competitividad de manera que el incremento en las exportaciones sea la principal fuente de financiamiento del aumento en las importaciones.
Es cierto que al interior de las empresas hay mucho por hacer en materia de gestión para mejorar la competitividad. Pero también hay que relajar los controles cambiarios para tener un tipo de cambio más favorable a las exportaciones. De todas formas, el desafío más importante y complejo es mejorar el entorno que condiciona la competitividad de la producción nacional. Entre los puntos medulares se destacan la eliminación de impuestos distorsivos, la desburocratización de regulaciones, la modernización de las instituciones laborales, la mejora de la infraestructura y superar la creciente precariedad en la formación educativa de los recursos humanos.
La competitividad depende de una virtuosa coordinación de políticas entre el gobierno nacional y los gobiernos provinciales. Eliminar distorsiones impositivas implica unificar impuestos nacionales y provinciales. La legislación laboral es jurisdicción nacional, pero las Justicias provinciales son las que la aplican generando muchas veces judicialidad. Los déficits de infraestructura necesitan acciones nacionales y provinciales. Los déficits educativos son por mala calidad de la educación básica (provincial) y superior (nacional). En síntesis, no habrá mejora de la competitividad sin un acuerdo de coordinación entre la Nación y las provincias.
Fuente: IDESA