Hace treinta y tres años se firmó el Tratado de Asunción que creó el Mercosur (Mercado Común del Sur). Se preveía ponerlo en funcionamiento al final de los siguientes cuatro años. Pasado ya con creces el tiempo señalado al principio hoy tenemos en la práctica nada más que una modesta zona de libre comercio, en la cual hay una limitada libre circulación de bienes. Las numerosas excepciones al Arancel Externo Común, la práctica de imponer regímenes expresamente ajenos y hasta contrarios a una zona de libre comercio y además violatorios de fallos del Tribunal Arbitral (restricciones no arancelarias como las licencias previas no automáticas,  control estricto de las importaciones y hasta de las exportaciones a los demás Estados Partes, solicitud de permisos, aplicación de derechos de exportación también a los socios del Mercosur (llamados “retenciones” en la Argentina), no acatamiento de sentencias del Tribunal Arbitral (bicicletas, neumáticos) por parte también de la Argentina y otras trabas que cercenan la libre circulación de bienes entre los países miembros, son todas medidas violatorias del Tratado de Asunción y, como se dijo antes, hasta de fallos del Tribunal Arbitral. Una contumacia inaceptable en un proceso de integración.

Al mismo tiempo, el retroceso del intercambio comercial, principal característica de lo que ha quedado del proyecto original, la falta de acuerdos comerciales con otros países y áreas de integración (principalmente las más grandes como Europa, Estados Unidos, China, Japón), está determinando no solamente el aislamiento y el estancamiento sino, y lo cual es más lamentable, el retroceso acelerado de la integración.

Restan solamente los discursos presidenciales, las palabras con supuestas buenas intenciones y proclamaciones de unidad y hermandad, que cada vez tienen menos importancia por ser repetidas a través de décadas y porque, fundamentalmente, nunca se cumplen.

Se agrega ahora la situación pendenciera entre los presidentes de los dos principales países del Mercosur. Sus bravatas y amenazas inútiles. Las diferencias ideológicas y las posturas frente a la situación mundial no deben ser un obstáculo para la integración, porque ésta pasa por otro lado. Lo demuestra, una vez más hay que citarla, la Unión Europea, donde han convivido y conviven gobiernos de diferentes posiciones políticas e ideológicas, de izquierda, de derecha, de centro. Donde hasta se comunican la mayoría de las veces con intérpretes dada la cantidad de idiomas en que hablan los diferentes países, que, por si fuera poco, han estado en guerras atroces no hace muchos años.

Ya hace unos años que las exportaciones de la Argentina a los demás países socios del Mercosur viene disminuyendo a pesar de que el emprendimiento fue creado más que nada como un ámbito comercial. Actualmente se exporta al Mercosur por un valor de alrededor de 13 millones de dólares cuando hace poco más de diez años se exportaban 23 millones.

Al mismo tiempo no se ha hecho nada por poner en práctica lo que también previó el Tratado de Asunción respecto a la armonización de las legislaciones para hacer más fluido el intercambio. Por ejemplo, las alícuotas del IVA son diferentes en los cuatro países.

Antes del Mercosur Brasil constituía un cuarto del total de exportaciones de la Argentina. Actualmente alrededor de un 15 o 16%.

Hay algo peor que todo lo que ha sido aquí señalado sobre la paralización y el retroceso del Mercosur: la intrascendencia. Y ahí estamos ahora.

Carlos Canta Yoy

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