En comparación con los recursos tributarios de las cinco provincias que más recaudaron el año pasado, el impacto de la inflación sobre la Base Monetaria equivalió al 3,4% del PIB, semejante a las recaudaciones propias de Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza

El financiamiento del déficit fiscal con emisión monetaria desde el 2020 es la principal causa de la elevada inflación actual, según coinciden diferentes analistas. Como la inflación corroe el poder adquisitivo el fenómeno actúa de manera similar a un impuesto. El año pasado tuvo un nivel similar a los gravámenes sobre el comercio internacional, retenciones y aranceles sobre importaciones (3,2% del PBI); este año sería similar.

El dato se desprende de un informe del Instituto de Economía de la Bolsa de Comercio de Córdoba que repasa que, suponiendo una tasa de inflación anual del 100%, el poder de compra en productos que tenía, al inicio de ese año, un billete de $1.000 al final se reducirá a la mitad. Es decir, quien se quedó con la plata en la mano perdió $500.

En la Argentina hoy hay impresos $5,5 billones (la “base monetaria” que representa alrededor de un 3,5% del PIB). Siguiendo con nuestro ejemplo de una inflación anual del 100%, todos esos billetes circulantes transcurrido un año podrán comprar la mitad de lo que adquieren hoy. Si los individuos ajustaran su tenencia de dinero (técnicamente si la demanda de dinero no cambiara) para comprar los mismos bienes que a inicios de año, deberían tener en su poder el doble de billetes: $11 billones.

La principal fuente de financiamiento del Estado son los impuestos cobrados por los distintos niveles de gobierno. Cuando no resultan suficientes para cubrir el gasto, se recurre al endeudamiento. El gobierno nacional dispone de una herramienta adicional, su capacidad de emitir moneda a través de la autoridad monetaria (en Argentina, el BCRA).

 

Cuando el BCRA emite moneda para financiar al Tesoro, se está en presencia del “señoreaje” que es el ingreso real que obtiene el Gobierno por la expansión monetaria. La emisión excesiva genera inflación y la misma hace que el dinero en poder del público y los bancos, cuando no es invertido, pierde capacidad de compra. Esa pérdida del valor real puede asimilarse a un impuesto ya que tiene elementos en común con los tributos: hay una base imponible (Base Monetaria) y una alícuota impositiva (la tasa de variación de los precios). De aquí surge el término “impuesto inflacionario”.

 

Aunque no son equivalentes, al concepto de “impuesto inflacionario” se lo suele usar como sinónimo del de “señoreaje”, advierte el reporte. Esta especie de impuesto no legislado se genera básicamente cuando la emisión para financiar al fisco no está respaldada por el crecimiento de la economía que aumenta la demanda real de dinero. Es decir, resulta espuria y genera inflación.

El mecanismo es similar al utilizado por los monarcas y señores feudales de la Edad Media, cuando limaban las monedas de oro y plata y con el metal resultante financiaban sus gastos. En la actualidad, el Gobierno argentino usa la emisión monetaria para financiar diversas políticas y la parte de su déficit que, “dado el contexto de alta informalidad y desconfianza creciente, no puede solventar con la recaudación tributaria o deuda”.

El Estado, dueño del monopolio de la emisión monetaria, cuenta con la facultad de poder expandir o contraer la Base Monetaria. La inflación acumulada entre enero del 2020 y mayo del 2023 fue del 455%. En el mismo período, hubo un crecimiento del 219% de la Base Monetaria. Tanto el Índice de precios al consumidor, como la Base Monetaria, durante el período 2020 – 2023 registraron una tendencia alcista. La evolución del “impuesto inflacionario” durante el periodo de análisis exhibe una inclinación creciente.

Considerando la pérdida del poder de compra de la base monetaria, el “impuesto inflacionario” representó, en el 2020, un 2,5% en relación al PIB, teniendo para finales del 2022, un aumento de un punto porcentual (p.p) del Producto.

El punto máximo de la serie se observó en el tercer trimestre del 2022, cuando alcanzó un valor del 1% del PIB el que se asemeja al primer trimestre del 2023, cuando llegó al 0,9% (+0,2 p.p. en relación al trimestre anterior).

El “impuesto inflacionario” fue el concepto que más se incrementó en los últimos tres años: en el 2022 llegó a presentar un nivel similar a los gravámenes sobre el comercio internacional (3,2%). Mostró una variación de +1,4 p.p. en el período 2020-2022. Para el corriente año, se estima que se mantendrá la relevancia del fenómeno, siempre que no haya una aceleración de la inflación que genere cambios bruscos en la demanda de dinero.

A su vez, para tener una noción de la relevancia del fenómeno, en comparación con los recursos tributarios de las cinco provincias que más recaudaron el año pasado, el impacto de la inflación sobre la Base Monetaria equivalió al 3,4% del PIB, semejante a las recaudaciones propias de Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.

Fuente: Diario Alfil

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