El Fondo espera que para este año Argentina exhiba un superávit comercial de USD5.500 millones, motorizado por el agro. Sin embargo, factores externos e internos ponen en puntos suspensivos a esos cálculos
A pesar de no tener la intensidad del año pasado, la situación climática vuelve a poner en jaque al agro, producto de la falta de lluvias y la ola de calor que amenaza a los cultivos de soja y maíz. Los próximos días serán clave para definir la gravedad de la situación, remarcaron los expertos. En paralelo, los precios de los granos exhiben una caída sostenida en los mercados internacionales. Ambos fenómenos amenazan con jugarle en contra al Gobierno y las nuevas metas que pactó con el FMI. El organismo internacional espera que Argentina logre un superávit en su cuenta corriente por USD5.500 millones, impulsado por el campo. A su vez, proyectó que las retenciones a la exportación sumarán el 0,5% del PBI.
De acuerdo a un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), “la soja de primera está en el momento más sensible de definición con máximas de 38°C. Si en 15 días la situación no cambia, lo que hoy pasa en suelos malos, pasará en los buenos y la cosecha se desplomará. En siete días, el área bajo condiciones muy buenas a excelentes pasó de 90% a 65%. El 10% de los lotes está entre regulares y malos”. Una situación similar a la que ocurre con los cultivos de trigo y maíz.
Según explicó el director de la consultora Agritend S.A, Gustavo López, “las condiciones hídricas y el desarrollo de los cultivos empezaron a caer en las últimas dos semanas porque no hay lluvia y además hay una ola de calor que quema directamente la planta”.
Además, la fuerte sequía del año anterior tuvo un impacto en la cantidad de tierra cultivable para esta campaña. La Bolsa de Cereales estimó que en el sector del trigo se sembraron 5,9 millones de hectáreas, la superficie más baja de las últimas cinco campañas. “La falta de humedad a la siembra dejó afuera de la proyección inicial unas 400 mil hectáreas”, explicó el informe.
En simultáneo a esta situación, en el exterior el precio de los granos se encuentra exhibiendo una tendencia bajista. Según estimaciones de López, el precio de los granos para el ciclo actual estaría en torno a los USD356 FOB por tonelada. “Veníamos del año pasado con USD409 y llegamos a estar entre el 2021 y 2022 en USD447, quiere decir que se viene con una caída importante desde hace ya 4 años”.
Explicó que este fenómeno sucede “porque tanto en el trigo, como en el maíz y la soja, tenés una oferta realmente muy importante a nivel“. De manera complementaria, Javier Preciado Patiño, director de Ria Consultores, explicó que la evolución de los precios “es un comportamiento típico de las commodities, con ciclos a la baja, en donde aumenta la producción y en ciclos al alza, en donde disminuye”.
Con la cosecha de abril en el horizonte, el economista Salvador Di Stefano estimó que bajo el régimen de exportación actual, es decir, en donde un 80% se liquida al dólar oficial, ingresarían a las arcas del BCRA unos USD11.340 millones por el maíz y la soja. “El productor venderá lo justo y necesario, los precios internacionales son muy malos, y el dólar mayorista es considerado bajo, si a esto le sumamos los altos costos, el productor demorará la venta de la producción que coseche”, opinó.
Un diagnóstico similar compartió Preciado, que comentó entre los productores los ojos vuelven a posarse sobre la brecha cambiaria y el ritmo del crawling peg del tipo de cambio oficial. “Los precios en pesos de la soja están planchados desde la devaluación, lo que el productor ve es que el valor de su activo no está acompañado al de la inflación”, dijo.
En el reciente Staff Report del FMI sobre Argentina, los técnicos del organismo prevén que “la balanza en cuenta corriente pase rápidamente de un déficit del 3,5% del PIB (USD20.000 millones) en 2023 a un superávit de alrededor del 0,9% PIB (USD5.500 millones) en 2024, respaldado por una mejora cíclica de las exportaciones de cereales (que se espera que comiencen durante el segundo y tercer trimestre de 2024) y una fuerte contracción en las importaciones”.
Además, en el plano fiscal, en el mismo documento se calcula que los ingresos por impuestos a la exportación rondarían para este año el 0,5% del PBI, necesarios para la meta del superávit primario del 2% del Producto en 2024 que busca el Gobierno.
Fuente: Bae Negocios