El Gobierno nacional anunció una nueva regulación para restringir las importaciones de ropa usada, un fenómeno que había crecido de forma exponencial en los últimos meses y generado preocupación por posibles riesgos sanitarios y ambientales. La decisión apunta a reducir el ingreso de este tipo de mercadería sin llegar a una prohibición total, pero se espera que el volumen de importaciones caiga de forma significativa.

Según una comunicación interna de la Aduana a la que tuvo acceso este medio, a partir de la nueva normativa se exigirá a los importadores la presentación de un documento específico (“AUTO-ROPA-USADA”) al momento de registrar las destinaciones aduaneras, además de cumplir con las certificaciones de desinfección que ya se solicitan. El objetivo es evaluar los impactos potenciales sobre la salud pública y el medio ambiente antes de autorizar el ingreso de los productos.

La medida se toma luego de que las importaciones de ropa usada se multiplicaran por 40 en los primeros ocho meses de 2025 respecto al año anterior, un crecimiento que llamó la atención tanto del sector privado como de diversas áreas del Gobierno.

Motivos oficiales y alerta sanitaria

Un informe del Ministerio de Salud incluido en la documentación interna sostiene que la ropa usada puede implicar riesgos para la salud pública, sobre todo en poblaciones vulnerables como bebés, niños, ancianos y personas con sistemas inmunológicos comprometidos. Por ese motivo, el endurecimiento de los controles no se limita al certificado de desinfección, sino que ahora suma documentación adicional para evaluar cada caso.

Además, fuentes oficiales indicaron que, aunque la importación no se prohíbe expresamente, la complejidad de los requisitos hará que muchos trámites “no sean sencillos de completar”, lo que a su vez debería traducirse en una reducción significativa del volumen de ropa usada que ingresa al país.

Origen y comercialización de la ropa usada

Gran parte de la ropa usada que ingresaba a Argentina tenía como origen Estados Unidos, donde la prohibición de incinerar ese tipo de mercadería hace que los distribuidores la reúnan en fardos de entre 25 y 50 kilos y luego la comercialicen, en muchos casos, a través de plataformas de comercio informal o redes sociales.

Reclamos de la industria y contexto productivo

La apertura de este flujo importador despertó críticas de cámaras empresariales del sector textil, confecciones, cuero y calzado, que ya habían elevado reclamos ante la Secretaría de Producción para revisar la situación. El ingreso de ropa usada se da en un contexto de crisis para la industria local, con una utilización de capacidad instalada por debajo del promedio del sector manufacturero.

La preocupación por el impacto sanitario y ambiental no es exclusiva de Argentina: otros países y organizaciones especializadas también advierten que este tipo de importaciones puede conllevar riesgos significativos para la salud pública y el entorno, lo que explica por qué una práctica de este tipo fue limitada o prohibida durante décadas en diversos mercados internacionales.

Qué cambia y qué se espera

Con esta regulación, la Aduana sumará nuevos pasos en el proceso de autorización de importación de ropa usada que implican mayores controles documentales y sanitarios. Aunque el Gobierno mantiene la tesis de no prohibir la actividad —en línea con su estrategia general de política comercial—, se prevé que la operatoria pierda dinamismo y disminuya drásticamente en los próximos meses.

La medida se enmarca en una agenda más amplia de revisión de flujos comerciales que había generado preocupación en distintos sectores productivos y que ahora se traduce en una acción concreta con efectos inmediatos sobre la importación de mercadería usada. Con información de Ambito.com

Fuente: MisionesOnline

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