Es una deuda que vence en junio, por el swap activado el año pasado. Para refinanciarla viajó una misión mixta de Cancillería y Economía. Las inversiones de ese país en Argentina están paradas por decisión política
La canciller Diana Mondino inició un viaje por Europa, en el que participará, en París, de la reunión del Consejo de Ministros de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico). Allí intentará conseguir apoyos para elevar el rango de Argentina de miembro adherente a socio pleno de ese organismo. La travesía incluirá también paradas en Bélgica y Lisboa.
Pero antes, la ministra de Relaciones Exteriores tendrá una escala bastante más incómoda (y no sólo por la distancia): China. Allí «desplegará un extenso programa de reuniones oficiales y una agenda que incluirá eventos de promoción comercial y encuentros con inversionistas», según el comunicado oficial de la Cancillería.
En realidad, el paso por el Lejano Oriente tiene una misión excluyente: renovar los U$S 5000 millones del swap de divisas con el Banco del Pueblo (el banco central chino). El equivalente en yuanes a esa suma fue usado el año pasado por el entonces titular del Banco Central, Miguel Pesce, para pagar importaciones y deuda al Fondo Monetario. Al haberse activado, ese tramo (parte de los 130.000 millones de yuanes ofrecidos por China) pasó de ser un depósito contingente a un préstamo con vencimiento a un año, plazo que se cumplirá en junio.
Por esa razón, un día después que Mondino viajaron también el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, y el actual presidente del BCRA, Santiago Bausili. El objetivo es refinanciar ese monto para no empeorar el cuadro de reservas internacionales que, a pesar de las compras de divisas por más de U$S 14.000 millones en la era Milei, sigue siendo deficitario. Según una exposición hecha en Estados Unidos por el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, las reservas netas todavía son negativas en U$S 4000 millones.
Para conseguir ese propósito, la delegación argentina tendrá que remontar una cuesta que se hizo más empinada a medida que se fueron sucediendo las señales diplomáticas desafortunadas de la gestión libertaria: la calificación de «zurdos comunistas» lanzada por Javier Milei, el desprecio a la invitación formal para que Argentina se sumara a los Brics (bloque capitaneado por China), las sospechas lanzadas contra la base científica que ese país instaló en Neuquén y los coqueteos de la propia Mondino con Taiwán, isla escindida e independiente que Beijing reclama como propia.
Comedia de enredos
Como en un comic de Marvel, mientras Quirno y Bausili buscan el favor de los chinos, el diputado oficialista José Luis Espert subió fotos a Twitter de su reunión con Florencia Miao-hung Hsie, directora general de la Oficina Comercial y Cultural de Taiwán en el país. Al mismo tiempo trascendió el viaje a Taipei de dos diputados, el libertario Álvaro Martínez y la macrista Karina Bachey. La excursión fue revelada por el portal La Política On Line y se ignoran los motivos.
Quizás por esa acumulación de gestos equívocos (¿provocaciones?), la máxima autoridad china que recibirá a Mondino será el canciller Wang Yi. El protocolo habla por sí mismo: en 2023, cuando se concedió la activación del swap, fue el presidente Xi Jinping el que invitó a su par Alberto Fernández para rubricar las actas correspondientes.
Para el Banco Central, la refinanciación del swap sería una buena noticia en medio de una agenda extenuante de pagos en dólares. Según el recuento hecho por la Oficina de Presupuesto del Congreso, esta semana hay que pagar U$S 2735 millones al FMI, entre capital e intereses. Además hay compromisos con otros organismos bilaterales y multilaterales por U$S 361 millones previstos para mayo. Y en julio hay que abonar U$S 2586 millones por intereses y por la primera amortización de los títulos públicos emitidos en la reestructuración de 2020.
Pero además de su impacto en la disponibilidad en dólares, el rumbo que tomará la relación con China afectará otro aspecto todavía más trascendente: la economía real y los varios proyectos de infraestructura pública en los que el gigante asiático era protagonista. El principal son las represas patagónicas en el río Santa Cruz, obra en que la empresa Gezhouba se asoció con empresas locales y trajo bajo el brazo un crédito oficial de U$S 4714millones.
La construcción de ambas represas (que iban a incrementar en 12% la energía hidroeléctrica en el país) avanzó en 45% y 20% pero se paralizó luego de que el gobierno argentino cesara la inyección de fondos propios comprometida. Unos 2500 puestos de trabajo penden de un hilo: el Ministerio de Trabajo santacruceño dispuso una conciliación obligatoria para evitar los despidos ya programados.
También quedaron paralizados planes ferroviarios como la compra de 200 coches para la línea Roca, con financiamiento del Banco de Desarrollo de China; la renovación de la línea San Martín, en su trayecto Buenos Aires-Mendoza, y del Belgrano Cargas. Por ahora, la respuesta del gobierno fue incluir en la Ley Bases a Sofse y Trenes Argentinos Cargas dentro de la lista de empresas estatales a privatizar. No está claro qué dirán Mondino y compañía a sus anfitriones sobre estas cuestiones.