Con el concepto de triangulaciones en el comercio exterior ocurre algo muy similar a lo que ocurre con el concepto de la procedencia de las mercaderías. Existe un equívoco generalizado y aumentado por un importante número de profesionales vinculados al comercio exterior y hasta profesores en la materia, así como despachantes de aduana, importadores, exportadores y hasta jueces y expertos. Sostienen, generalmente, que una mercadería es procedente del “último lugar” desde el que salió con destino al país importador. Ignoran o no toman en cuenta lo establecido muy claramente en el Artículo 15 del Código Aduanero: “… la mercadería se considera procedente del lugar del cual hubiera sido expedida con destino final al lugar de importación”.
De manera que, si una mercadería sale de los Estados Unidos con destino a la Argentina y el medio de transporte, por ejemplo, un buque, atraca en puertos de Colombia, Venezuela y Brasil, aún mediante trasbordo y hasta almacenamiento bajo vigilancia aduanera, cuando la mercadería arribe a la Argentina seguirá siendo procedente de los Estados Unidos, no de Brasil donde está ubicado el “último” lugar desde donde salió con destino a nuestro país. La palabra “último” no está citada en la normativa aplicable. Por lo cual es difícil entender por qué se utiliza.
Con la triangulación ocurre una confusión similar. Originalmente el concepto era, y aún sigue siendo, diferente al que actualmente muchos especialistas tienen. Hasta en la normativa dictada por las autoridades competentes a veces se comete el mismo error: se sostiene que la triangulación ocurre cuando en la operación comercial interviene un tercer operador que es quien factura la mercadería finalmente al importador.
Es necesario decir que en verdad el concepto de triangulación se refiere exactamente a la mercadería, no a los operadores, que pueden ser tres, pero también puede ser cuatro, cinco, y varios más. En realidad, el llamado tercero es en realidad el último y en la operación pueden haber intervenido otros operadores que no aparecerán al final de los trámites, cuando el importador concrete la importación. Por ejemplo: una empresa brasilera exporta una mercadería a la Argentina, pero el exportador de Brasil no le factura directamente al importador argentino sino a un tercer operador que está en Uruguay. Finalmente, éste último le factura al importador argentino. También puede ser que el tercero uruguayo le factura a un cuarto operador que está en Singapur y finalmente éste le facture la operación al argentino, el cual no sabrá ni tendrá idea de todos los que intervinieron previamente en la sucesión de facturas que pueden ser varios: solamente conocerá al exportador brasilero y al último que le factura que es a quien debe pagar el costo. Tampoco en este ejemplo cabría el término “triangulación” cuando en realidad no hay tres sino cuatro intervinientes. Extendiendo el ejemplo, podría haber entonces otros que facturaran por lo cual también existiría, según la intervención de otros, una “pentagonización” o una “heptagonización” o una “sexagonización”, etcétera, etcétera.
La que triangula en verdad es la mercadería, no los operadores ni las facturas, que como vimos pueden ser más de tres. Por ejemplo, una mercadería de origen chino es enviada a Chile y desde Chile es importada por un operador argentino. La mercadería triangula: de China a Chile, de Chile a la Argentina. Tres países. Esto es independiente de los que la facturen.
Tan es así, como estamos diciendo, que el Mercosur (AAP.CE/18) reconoce en el actualmente régimen vigente de origen de las mercaderías (Decisión CMC No. 01/09, incorporada por el 77º Protocolo Adicional) la posible existencia de varios operadores que facturen la operación entre sí y que sucesivamente facturen la misma. Por ello es que en la citada norma se menciona como la “última” factura a la que deberá saldar el importador. Es claro, entonces, que si hay una última es porque se supone que antes hubo otras.
Carlos Canta Yoy (Todocomex)