Las cadenas de suministro que sacudieron la economía mundial durante la pandemia están desencadenando otra sacudida, ya que los esfuerzos por cortar el comercio con Rusia ponen a prueba recursos que van desde el fertilizante necesario para los cultivos y el paladio para la fabricación de automóviles, hasta el petróleo que se utiliza para producir casi todo.

Las líneas navieras están cumpliendo un papel clave en este cerco económico, ya que casi todas las  10 mayores- con la notable excepción de la china Cosco Shipping- y que son responsables de movilizar alrededor del 80% del comercio mundial, han dejado de aceptar reservas de carga rusa y los puertos. Desde Europa hasta EE.UU., están rechazando los buques procedentes de ese país. Algunas empresas están optando por auto sancionarse negándose a comprar productos rusos, aunque siga siendo legal hacerlo.

Por su parte, los sindicatos de estibadores de Canadá, EE.UU. y Australia han tomado las medidas por su cuenta o están pidiendo a sus gobiernos que rechacen la entrada de buques mercantes rusos, tras la decisión del Reino Unido de hacerlo como parte de una creciente serie de sanciones contra el régimen de Vladimir Putin.

Fuente: Mundo Maritimo

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